Detalles, referencias y contenidos de la segunda edición de “Relaciones Laborales Sustentables, un modelo antropológico para el SXXI”.
Por el Dr. Ricardo Rodríguez
En la segunda edición del libro de mi autoría, “Relaciones Laborales Sustentables, un modelo antropológico para el SXXI”, estamos incorporando dos nuevos capítulos: “CEOSAURIOS, una especie en extinción y el nacimiento de los CEOSAPIENS, una evolución natural en el mundo del trabajo”; y "De la Teoría a la Práctica: Encíclicas Sociales y su Impacto en el Mundo Laboral desde un Enfoque Antropológico".
Las encíclicas papales son cartas o documentos emitidos por el Papa, generalmente dirigidos a los obispos, y para toda la feligresía católica, como también para todas las personas interesadas. Estas encíclicas abordan temas de importancia social, moral, o doctrinal, y buscan guiar a la Iglesia y a los creyentes en cuestiones relevantes para la vida.
Entre las encíclicas sociales se destacan, la Rerum Novarum (1891) de León XIII, que aborda la cuestión social y los derechos de los trabajadores, promoviendo la justicia social en respuesta a la Revolución Industrial, centrándose en la dignidad del trabajo y en la necesidad de una relación justa entre empleadores y empleados; la Quadragesimo Anno (1931), del Papa Pío XI, escrita en conmemoración del cuadragésimo aniversario de Rerum Novarum, que focaliza los problemas socioeconómicos de su tiempo, criticando tanto el capitalismo desenfrenado como el socialismo; enfatizando asimismo sobre la necesidad de poner por obra una economía basada en principios éticos con base en la justicia social.
La carta, Pacem in Terris (1963) de Juan XXIII, que trata sobre la paz y los derechos humanos; la Centesimus Annus (1991), publicada por el Papa Juan Pablo II, sobre los cambios acaecidos en el orbe, desde la primera encíclica social hasta su tiempo, que defiende el sistema de economía de mercado, siempre que esté orientado al bien común, a la dignidad humana, y a la trascendencia de la libertad.
La carta papal, Laudato Sí (2015) de Francisco I, que se centra en el cuidado del medio ambiente, la ecología, la mayordomía de la casa común, el cambio climático, la contaminación, la pérdida de biodiversidad, haciendo un llamado a la responsabilidad de todos en el cuidado del planeta.
Su vinculación con las Ciencias Sociales
Las encíclicas exploran las problemáticas sociales a la luz de la fe cristiana, con el objetivo de informar a la razón humana y son reveladoras del modo en que vivimos y estructuramos las sociedades, planteando desafíos éticos conducentes a la construcción de mejores porvenires para la humanidad.
Tratan de manera vinculante, campos y objetos de estudio que revisten interés pleno para las Ciencias Sociales. Así, la Teoría del conflicto, economía y desarrollo, ética y moral, cambio social, relaciones internacionales, entre un sinnúmero de espacios curriculares con aplicación pragmática.
Estos documentos no solo ofrecen una perspectiva teológica, sino que también influyen en el análisis y la comprensión de fenómenos sociales, económicos y políticos desde una perspectiva antropológica iusnaturalista, aportando al campo de lo científico la mixtura perfecta entre justicia y ética, ofreciendo ese imprescindible espacio común y convergente en el que nadie se queda fuera.
La teología, logos de Dios, cree en la humanidad, piensa en la criatura humana y se dirige a ella, no sólo a la luz de la experiencia histórica, no sólo con la ayuda de los múltiples métodos del conocimiento científico, sino ante todo a la luz de la palabra revelada del Dios vivo.
Al hacer referencia al hombre (genérico), ella trata de expresar los designios eternos y los destinos trascendentes que el Dios vivo, Creador y Redentor ha unido al hombre. El hombre es la imagen de Dios, entre otros motivos por el mandato recibido de su Creador de someter y dominar la tierra. En la realización de este mandato, el hombre, todo ser humano, refleja la acción misma del Creador del universo. El trabajo entendido como una actividad transitiva, es decir, de tal naturaleza que, empezando en el sujeto humano, está dirigida hacia un objeto externo, supone un dominio específico del hombre sobre la tierra y a la vez confirma y desarrolla este dominio.
Está claro que con el término «tierra», del que habla el texto bíblico, se debe entender ante todo la parte del universo visible en el que habita el hombre; por extensión, sin embargo, se puede entender todo el mundo visible, dado que se encuentra en el radio de influencia del hombre y de su búsqueda por satisfacer las propias necesidades.
La expresión “someter la tierra”, utilizada en el libro de Génesis de las Escrituras Sagradas tiene un amplio alcance. Implica todos los recursos que la tierra (e indirectamente el mundo visible) encierra en sí y que, mediante la actividad consciente del hombre, pueden ser descubiertos y oportunamente usados.
De esta manera, aquellas palabras, puestas al principio de la Biblia, no dejan de ser actuales. Abarcan todas las épocas pasadas de la civilización y de la economía, así como toda la realidad contemporánea y las fases futuras del desarrollo, las cuales, en alguna medida, quizás se están delineando ya, aunque en gran parte permanecen todavía casi desconocidas o escondidas para el hombre.
Por ello, las encíclicas han tenido un impacto significativo en el mundo del trabajo, influyendo en la manera en que se abordan temas laborales y sociales, reafirmando la importancia de los derechos laborales: salario justo, condiciones de trabajo dignas, protección contra el abuso laboral.
El trabajo, por tanto, no es solo una actividad económica, sino una expresión de la dignidad humana llevando a un mayor reconocimiento de la importancia de crear entornos laborales que respeten la dignidad de los trabajadores y promuevan su bienestar, auspiciando la idea de que las empresas tienen una responsabilidad social más allá de la maximización de beneficios, que consideran el impacto social y ambiental de las actividades empresariales.
Lo propio ha inspirado iniciativas de economía colaborativa y modelos de trabajo que enfatizan quehacer conjunto y el apoyo mutuo, fomentando una reflexión ética sobre el trabajo.
La ética (ethos) amparo, sustento y cobijo involucra lo colaborativo e interdependiente y dialógico.
En dicho marco, el de la común unidad, a la que nos interpela el Evangelio de Cristo, la idea de la sustentabilidad se hace plausible y apropiable.
En la Argentina, las verdades teológicas han permeado el universo del trabajo toda vez que se enfatiza la promoción de derechos laborales, la negociación colectiva, las políticas de inclusión social, de igualdad salarial y la eliminación de la violencia en el ámbito laboral y el compromiso con elmedioambiente mediante el ejercicio activo y efectivo de la responsabilidad social empresaria.
Prensa GeoMinera.
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