Muchos integrantes del sector minero argentino están hartos de que quieran asustar al pueblo con el vocablo “mega minería”. Desde esta concepción, que se consolidó en el año 2003 en la “crisis comunicacional-social y política” experimentada en la ciudad de Esquel.
Desde aquella consulta popular que culminó expresando que, de diez habitantes ocho, se opusieran a la industria, basando su voto en el temor, la desinformación y el desconocimiento, acerca del desarrollo minero, proceso que dio lugar a términos o definiciones emparentadas a la desconfianza y el desengaño más que a la razón. Situación que fue muy bien aprovechadas por los “anti todo”.
No debemos dejar de analizar, que los hechos en esa ciudad chubutense, fueron consecuencia de las dañinas maniobras, impericia, soberbia y menosprecio de quienes llevaban adelante el proyecto oro-plata Cordón de Esquel, hoy Suyay. Desde la empresa fueron los principales responsables de una crisis que se generó, en la que luego no existió ningún tipo de autocrítica hasta el presente. Han pasado 21 años… algunos de los responsables desaparecieron de la industria, otros se dedicaron a escribir sobre la falta de comunicación del sector. Una aberración sectorial sin precedentes.
Desde ese tiempo, los denominados “anti mineros” pretenden, y lo construyeron por dos décadas, meter miedo a la sociedad con simples slogans “no a la mina” o “el agua es oro” o “se llevan todo”, esto último en clara alusión a la riqueza mineral que se explota. Una de los conceptos que más se sintió en estos años como algo fantasmal y degradante era “mega minería”.
Palabras que se utilizan para maximizar la intención ideológica detrás de ella. Omitiendo así referirse al contenido real de las obras reales, palpables y transformadoras que genera la infraestructuras como caminos, o la salud, los buenos sueldos, el trabajo registrado, acceder a una mejor calidad de vida, con progreso, expansión de oportunidades, producto del crecimiento económico o desarrollo de proveedores. De estas definiciones los “anti” no se refieren.
Muchos integrantes del sector, pretenden que, de una vez por todas, suceda una agenda relacionada a las ventajas y no a los anuncios extremistas que degradan la actividad. En definitiva, llegó la hora de esclarecernos más y esclarecer a la sociedad argentina de qué se trata desarrollar la minería.
Por si no queda claro: ser contundentes y ponerse la camiseta de la industria.
Si, sostener que hacer “mega minería”, es crear fuentes de trabajo, nuevas oportunidades y desarrollos de zonas olvidadas y desintegradas de las grandes urbes, bienvenida la minería. Esa “mega” es la que permitió que desde los años noventa casi tres generaciones de hijos de trabajadores mineros accedan a ciclos educativos completos y acceso a las universidades. Así dan sus testimonios familias residentes en las provincias de Santa Cruz, San Juan, Catamarca, Jujuy o Salta.
Declamar hasta el cansancio que si se favorece, la llegada de esta industria, significa crear promisorios polos productivos de nuevas instancias de crecimiento social-económico, lo cual, facilita la promoción social de nuestra gente. Por eso redoblamos la apuesta al decir: bienvenida la mega, lo grande y lo nuevo. Revetir el calificativo negativo.
Hoy, además, en lugar de referirnos a “mega minería” queremos hablar de “la nueva minería”. La que llegó al país en los años noventa; la que cuida el medio ambiente, promueve la inversión genuina y no es una timba financiera que favorece a unos pocos. No sólo se experimentó en las empresas metalíferas. Esa “Nueva Minería” que desarrolla proveedores, invierte en la región; genera recursos para el funcionamiento de la provincia y promueve nuevas formas de relacionamiento permitiendo que la explotación de bentonita, boratos, yeso y arenas silíceas entre otras variantes productivas de minerales, le cambien la cara a diferentes zonas del país.
Es cierto, algunos descuidos del Estado o compliocidades, permitieroin accidentes ambientales que no debemos olvidar, Ni de cesar en el reclamo de castigo a los responsables poniendo de manifiesto la irresponsabilidad de la empresa. Sí, tiene nombre y apellido, Barrick Gold, por el daño ambiental ocasionado en el año 2015 en San Juan.
La “Nueva Minería” es la que transformó las economías regionales de muchas provincias. A nadie se le ocurre llamar despreciativamente “Mega Minería” a la zona núcleo de Buenos Aires que explota cal, cemento o piedra y genera la movilidad social económica de Tandil, Azul u Olavarría y de toda la provincia de Córdoba. Inversiones reales y centenarias. A las que se le sumaron compañías extranjeras y criollas.
Si pretenden desmerecer a esta actividad diciéndole “Mega Minería” solo muestran lo obtuso, egoísta y sectario del pensamiento que sustentan algunos representantes que deambulan por el país con un mensaje agorero, excluyente y que generan odio, desconfianza y grieta.
Los “anti” no hablan de la fuerza del trabajo de cada minero y minera que se han convertido en “socios” estratégicos y esenciales. Los que con el esfuerzo de más de cuarenta mil empleados directos movilizan las economías de diferentes provincias. Utilizando los pronombres personales podremos descubrir que “Yo trabajo (el obrero/a) - Tu controlas (el Estado) y Él invierte (refiriéndose al inversor)”. Una fórmula básica, necesaria e indestructible para llevar como bandera sectorial.
En Argentina poseemos actualmente una “mega minería” que nos convierte en los principales oferentes de productos que son demandados a nivel internacional. Zonas inhóspitas de nuestro suelo que esperan que la burocracia deje hacer y que los pueblos se sumen a un proyecto de desarrollo.
La industria ofrece el fenómeno arrollador de explotar las arenas silíceas, piedras, rocas, cemento, litio, cobre u oro entre otros, mediante la calidad de la mano de obra existente y la de profesionales probos que con experiencia aportan su parte. En definitiva, tenemos con qué.
Entendemos que lo perjudicial es esgrimir la “mega ignorancia” para lo cual debemos dar batalla para que ese pensamiento perimido no nos prive de construir un futuro de prosperidad con nuevas alternativas para los argentinos. Estamos convencidos que los pregoneros del miedo solo promueven el fracaso y la frustración. Ante esto es imprescindible que se construya un rumbo que facilite cimentar nuevos presentes para prósperos futuros. Los mineros no sólo deben sentirse orgulloso de serlos, llegó la instancia que debe ser expresado sin ponerse colorado ni fingir ausencia temporal. Esto significa hacerse cargo de las “cagadas que repercute en todos”. Con autocrítica y debatir sin miedos. Aflojar con el protagonismo lleno de mensajes vacios y de muchos retoques faciales. La industria debe mostrarse tal cual es , sin maquillajes y sin recurrir a terceros creíbles que defiendan al sector.
La actividad minera puede y debe ser parte de hacer la transformación racional mediante el uso racional de nuestros recursos naturales que contribuyan a consolidar un país diferente; rompiendo de esta manera lo que lograron los tutores e ideólogos de los fracasos y la decadencia de esos mensajes que la industria intentó balbucear para defenderse. Por eso deseamos dar la bienvenida a la minería grande y generadora de nueva historia para el país. Esa que contribuya a romper la decadencia, la postergación y la indiferencia.
Desde nuestras páginas queremos impulsar un Estado sólido y presente; que sea el garantizador del cumplimiento de las leyes y las reglas claras. Entendemos que se puede, que existe consenso para estos postulados. Se debe ser previsible y promotor de las inversiones que hoy funcionan y las que pueden radicarse, acciones que deben involucrar tanto el sector privado como el público.
Para ello, se debe abandonar la “mega idiotez” que nos ha condenado en los últimos años. Producto de funcionarios “vende humo” caracterizados por ser referentes de “vivir a costa del Estado”, con exagerados vicios de “divo/a” y verdaderos improvisados, por no decir inútiles con altos sueldos.
Para jerarquizar el sector se deberá abandonar el aplauso fácil a los funcionarios que poseen fecha de vencimiento; tener un mensaje claro y preciso, robustecer la presencia institucional y no ser llevados de las narices por nada ni por nadie. Esto se logra si se facilita la coherencia y sin discursos facinerosos sustentados en el desasosiego, que la minería grande siga permitiendo inversiones y crecimiento; con ellas se generará fortaleza a nuestros esforzados, optimistas y aventureros mineros. Sin dejar de rendir honor a personas que si dieron muestras de tener un proyecto institucional para la industria.
Anhelamos un país con minería, dueña de una identidad caracterizada por el cuidado de nuestro ambiente; la distribución de la riqueza; con la promoción de una mejor calidad de vida para los trabajadores mineros y con la generación de riqueza genuina que se distribuya en el país.
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