ARGENTINA | 03 de Mayo de 2024
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03 de Mayo de 2024
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BUENOS AIRES

A un mes del despido de Royón todavía no hubo reemplazo

De la exoneración de Milei a Royón, a la intención de sumar a Carlocchia. Hay que esperar un poquito.

La exoneración de la ex secretaria Flavia Royón de la Secretaría de Minería de la Nación, es una clara señal de la poca importancia que le otorga el gobierno actual a uno de los sectores productivos con mayor expectativa de desarrollo en el país.

Lejos de poseer una cintura política, indispensable para desplegar en un gobierno racional, el primer mandatario argentino despidió por redes sociales a la ingeniera que solo estuvo 48 días en funciones, junto a otros profesionales de diversas provincias que fueron producto de negociaciones entre Nación y provincias, que solo duraron un estornudo.

Lo de Royón, particularmente, fue de sainete. Poco serio, de ambas partes. Con rasgos de comedia. Más, si tenemos en cuenta que desde el inicio de la actual gestión, los empresarios mineros, avalaron el “cambio de camiseta” de la profesional salteña. Vale resaltar que ésta no “acompañó a su progenitor político hasta el cementerio” (por Sergio Massa). Así dijo al pasar a Prensa GeoMinera un referente ex peronista.

La metamorfosis de Flavia fue de ciencia ficción. En un pase de magia, dejó de ser funcionaria del peronismo, como Secretaria de Energía, y se convirtió en “Libertaria”, borrando las loas a sus ex compañeros de ruta, ya derrotados en las urnas y luego, con nuevo libreto, no dejó de referirse a la mirada internacional positiva hacia el jefe que decidió echarla de su gobierno vía redes sociales. Un reverendo papelón.

Esta situación arrojó preocupantes lecturas. Por un lado, se comprobó que no existen garantías desde los profesionales ideológicamente considerados “polifucionales”, y esto es algo que el sector minero de argentina deberá tener en cuenta al futuro. La historia marca que no posee reacción para ser proactivos en presentar, a los gobiernos, letra y gente propia para cargos de relevancia. Siempre se los nota detrás.

La reiterada historia desde el año 2002 para adelante nos recuerda que, a la hora de los nombramientos oficiales en el área minera, se priorizaron cuestiones de “negociación” en el gobierno central y los poderes circunstanciales del posicionamiento de dirigentes de las provincias.

Así se colaron elementos como el nunca bien recordado Jorge Mayoral, o los disfuncionales como la experta en Residuos, Carolina Sánchez o el “empleado del mes” de algunas empresas mineras, Mariano Lamothe. Para no romper esta regla rememoremos al “casi ministro de minería” el sanjuanino Alberto Hensel (recordado por sus enormes gastos de funcionamiento, planes incumplidos y la mantención de escribas eunucos” que aún perduran. Y como si de “acuerdos de casta” se deben priorizar, vale mencionar la llegada de la infructuosa Fernanda Ávila, que para coronar su “apadrinada existencia política”, la premiaron con ser diputada nacional por Catamarca. Sin duda “un país generosos”.

En este repaso de la historia los nombrados jamás, reitero jamás, dejaron algo para la prosperidad, nada, ni una mísera idea superadora. Por último podemos citar a otros pasantes por la función pública como los ex subsecretarios de la era Daniel Meilán, entre los años 2015-2018, en el gobierno de Mauricio Macri, que arribaron por ser desocupados o propietarios de favores especiales que los hacía merecedores de un cargo, del cual posteriormente, fueron despedidos.

De esa forma queda demostrado que la “casta gobernante” siempre priorizó el arreglo de los nombramientos según necesidades y conveniencias. Con Royón no fue la excepción, esto se reitera desde los últimos 22 años.

Desde esta idea, desprendida de una parte de la historia, es que siempre se interpretó que, como sector, debería constituirse otro tipo de fortaleza; realizar gestiones, que no se hacen nunca, o si se iniciaron no se continuaron. Desde hace muchos años que la CAEM, como institución que nuclea a empresas y ejecutivos de ellas, no poseen una estrategia de enlace o relacionamiento con los sectores de la vida política nacional. Si se debe destacar que se lleva adelante mucha presencia y acompañamiento en las provincias, pero… algo que no se replica en la Nación. Se omite aquello que “Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires”.

Otra de las lecturas que se observan es que este gobierno, ante la crisis legislativa por la Ley Ómnibus, puso al descubierto la incapacidad operativa de gestionar políticas de acuerdos. Actitud advertida por Miguel Pichetto y otros legisladores nacionales. Poniendo al descubierto que esa falta de cintura no es consecuencia de que se quieren diferenciar de la “casta”. Son propias de la imbecilidad a la hora de gestionar. El “arte de la política” no es propiedad de “casta”, se debe tener para gobernar desde la norma del “sentido común”. Cuando hablamos de gestión pública o de administración pública nos queremos referir a cómo se implementan las políticas gubernamentales, que no es más ni menos, que la aplicación racional y efectiva de los recursos del Estado con el objetivo de acciones estratégicas.

Al asumir este gobierno, se debieron concluir los discursos de barricada, cosa que no se entendió aún, y debió haber comenzado una instancia crucial de lineamiento de políticas certeras que definan el rol que pretende cumplir mientras gobiernen.

En el caso de la minería, solo afloraron viejos vicios y falta de rumbo. El tema del despido, violento y grosero, de Flavia Royón fue inimaginable por su pretendido ajusticiamiento de la cuestión “chiquita” en que se cae desde el poder de turno.

Sacó de un plumazo a la referente que se había elegido a fin de coordinar políticas con clara definiciones de estabilidad, coherencia, captación de inversores y desarrollo de proyectos que consoliden un rumbo estable. De una industria que resistió a los ponchazos, las crisis de la macroeconomía, el costo argentino, la inflación, la alteración de leyes, los corralitos a la producción y la falta de dólares para importar insumos con una extensa lista de carencias que vienen de arrastre, desde hace más de una década.

Hasta el cierre de esta edición, aun, a un mes del despido de Rayón, no se eligió funcionario. Esto reafirma lo que sostenemos en esta columna.

La ausencia de definiciones permitió que aparezcan en escena un extenso tren fantasma de aspirantes a ocupar el sillón de Av., Roca 651. Este transporte de espectros supo reunir a muchos auto proclamados, algunos conocidos y otros que nadie los conoce. Lo cierto es que desde el 25 de febrero hasta este miércoles 6 de marzo, solo visitaron las oficinas del ministro Luis Caputo dos personas relacionadas al sector minero que se encuentran en las preferencias gubernamentales. Hubo intentos de otros por acercar “el bochín”. Pero las “bochas parece no ser su juego” dijo un legislador de una provincia Patagónica a este medio.

Las preferencias de la búsqueda del ministro para quien ocupe la SECMIN, son que el elegido posea relación con las provincias y sus gobiernos; comprenda la dinámica del sector; sepa posicionar a los funcionarios de otras áreas sobre cuestiones específicas de la actividad y no posea prontuario. Esto último, lo recalcó el titular de la cartera a quienes sugerían nombres al pasar. A lo que se podría agregar una “rinoscopia”, en forma preventiva.

Coincidencias por Carlocchia:

Lo cierto es que existen coincidencias, dentro de la actividad minera, de inclinar las preferencias hacia un profesional como Alberto Carlocchia. A quien se lo considera un “todo terreno que posee conocimiento” y con experiencia ‘in situ’ que puede aportar discernimiento con habilidad tendiente a limar asperezas, reencontrar un camino de consenso, efectuar correcciones, poner trabajo, dedicación y sostener la proa al desarrollo integral de los proyectos mineros de distintos sub productos. Todos arriesgan, al unísono, que AC podría ser el mejor elemento a pesar de la profunda desazón y crisis existente en el país.

Nada está definido. Lo cierto es que asumir en la esfera oficial de minería es un “fierro caliente” y con poco margen de acción para revertir la llegada de inversiones y acomodar la pésima herencia que dejaron los sucesores en lo administrativo y la ausencia de gestión. “Pero el Beto - por Carlocchia - es optimista” dicen algunos colegas ejecutivos de las empresas.

Habrá que esperar que este destacado ejecutivo vuelva al país tras cumplir con sus compromisos en Toronto, Canadá, lugar donde se llevó a cabo el encuentro minero PDAC 2024 que es la convención minera más importante del mundo, organizada por la Asociación Canadiense de Prospectores y Desarrolladores (PDAC, por sus siglas en inglés).

Existen expectativas y ansiedad en la industria minera. Mientras algunos observadores se divierten por las auto-campañas de quienes se postulan para posicionarse como “preferidos” a estar en la “SECMIN”, queda en claro que hay que construir un posicionamiento que elimine a estos facinerosos que desde la nada, quieren “ser”, algo en la industria, intentando posicionarse desde la debilidad que presenta esta actividad. Llegó la hora de reflotar la impronta minera para transformar la realidad, generando riquezas y fuentes de trabajo.

Recuperar esa mística que generó “la Nueva Minería” en los años noventa. No hay que dar muchas vueltas. Lo importante está hecho. Hay leyes específicas activas y dinamizadoras. Sólo se deben cumplidas y devolver a los inversores seguridad jurídica y previsibilidad.

Sabemos que la fuerza de los trabajadores mineros está intacta. Lo mismo sucede con los profesionales formados en nuestras universidades. Ellos están listos para aportar lo suyo. Falta que la política haga su interpretación de la realidad y de los cambios que se deben hacer. Por sobre todo que se pongan a trabajar, rompiendo con esos modelos de dominio territorial, aspiraciones personales y negocios de analizar “empresa por empresa” que se han querido posicionar.

Para cumplir este anhelo hay que aportar seriedad, convicciones y ganas de aportar un camino que ayude a salir del ostracismo que impide a nuestra Patria dar oportunidades y futuro a los argentinos.

Por Claudio Agustín Gutiérrez

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