Se van. Llegó la fecha de vencimiento y estos funcionarios de paso se alejan de sus sellos de goma sin ningún tipo de reconocimiento, galardón o legado.
Fueron protagonistas de una clase política sin ningún tipo de escrúpulos que los alojó en cargos del Estado para ser plausibles de una etéreo y efímero poder de la nada absoluta.
Tras los cuatro años de Alberto Fernández y por consecuencia desastrosas los dos años de Alberto Hensel y su reemplazo, Fernanda Ávila, le han dejado al sector minero oficial argentino otra triste página de inutilidad institucional y desastrosa gestión.
Lejos quedaron Hensel y Ávila de los gloriosas, y reconocidas hasta el hartazgo, gestiones de Ángel Maza, Daniel Meilan y luego de Carlos Saravia Frías. Cuando uno recorre los borradores de la historia, que fueron narradas por diferentes periodistas, resaltan a simple vista que desbordan de críticas y equiparan logros. Los último funcionario, de San Juan y Catamarca, siempre priorizaron sus terruños, siempre fueron producto de la rosca y no de las capacidades o virtudes que poseían.
Como simple destacado nada más que precisar que las leyes concebidas en los años noventa sirvieron para el despegue de la industria minera. Cientos de centímetros, notas y reportajes avalan esas apreciaciones. Luego, luego la virtud de la inercia, la fortaleza de un sector inversor innovador y concreto y la fuerza de los trabajadores que hicieron el resto.
La política, desde el año 2002 a la actualidad, fue a base de péndulos y cachetazos, apretadas, engaños. Deslealtades y más bofetadas. Los con o sin memoria coinciden en que la institucionalidad fue un sello distintivo en los años noventa y principio del nuevo siglo. Hoy se está muy lejos de ello.
Hoy existen funcionarios de cuarto nivel que confunden anuncios con inversiones reales; que generan títulos desde las redes y nunca fundamentan con documentación sus dichos; funcionarios que invitan a empresas a que les expliquen como es el negocio y la operatoria minera; que contratan profesionales procesados por defalco en administraciones públicas para que los asesoren y generen negocios paralelos con encuestas que luego “colocan” en las provincias con fondos públicos del CFI. Son esos representantes de gobierno que dan audiencias a referentes sectoriales y no acuden a la cita. O lo que es peor, nombran “jefe de gabinete” a alguien que solo sirve para sacar fotos en las reuniones oficiales. Los que generan en sus provincia oficinas paralelas; gastan millones de dólares en debates inconducentes y pretendía hacer una intervención oficial proyecto por proyecto. O, en la locura del despotismo, generaron con fondos del Estado, una usina cobarde de difamación que los proteja. Todo funcionó hasta que volaron por el aire. No les sirvió. Ellos se fueron popr la rendija. Otros en cambio siguen de pié. Escribiendo. Patéticos. ¿Después se preguntan porque existen los Milei en la política? Podemos seguir con una extensa lista de burradas que el sector minero debió disimular por eso de la “necesidad tiene cada de hereje”. Salvó los que si hablaron y no callaron
Lass inversiones de litio disimularon aun más la decadencia de los funcionarios de turno. La ausencia de Estado como aliado al sector productivo no existe desde hace tiempo. Nadie dice lo que siente verdaderamente, pero lamentablemente hay que reafirmar que “no hay mal que dure cien años ni minería que lo aguarnte:” Algo habrá que hacer,
La campaña de protesta debería llamarse “por el posicionamiento de hacedores” en la esfera nacional de la actividad minera. Por hombres y mujeres probos, comprometidos e intelectualmente honestos. Basta de “burros o burras” en la gestión pública.
¡Abajo los inútiles inservibles!que se ungieron como funcionarios, gritaría los mayeros de 1810. Arriba la imaginación y la capacidad de autocrítica. No a la pasividad de los escribas acomodaticios y las empresas complacientes. Debería llegar la hora del sinceramiento de un sector que posee respuestas pero “por h o por b” siempre están condicionados por los rezagos de la realidad para incitar un cambio.
Como reflexión solo me nace decir que el sector debe asumir su cuota parte de responsabilidad. Que las conveniencias no le ganan al sentido común ya que se debe comprender que los funcionarios son aves de paso con fecha de vencimiento. Y los genuinos motores de la industria seguirán siendo de la industria.
No importa el nombre del que venga como funcionario en la etapa gubernamental que se inicia el 10 de diciembre en el país. Se debería saber hacia dónde quieren enfocar la gestión. Si quieren que la inercia, inoperatividad, ineficacia o intranscendencia continúe, o si se quiere emprender la huella de liderazgo y ejecutividad que esta industria necesita.
Hay que esperar. Pronto lo sabremos.
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