La entidad gremial que nuclea a los trabajadores y las trabajadoras mineras argentinas cumple 70 años.
Si bien existen vestigios que las primeras agrupaciones de los trabajadores mineros datan de principios de siglo en la ciudad de Tandil, la historia nos remite a que la Asociación Obrera Minera Argentina nació el 28 de octubre de 1953.
En esa oportunidad, las diferentes fracciones que representaban a las agrupaciones de la actividad minera nacional, decidieron “cerrar filas”, dejar de lado las diferencias, romper con la atomización representativa de ese entonces y consolidar un modelo sindical que se convirtió en la columna vertebral de la industria desde hace un tiempo y hasta estos días.
Aquella gesta que nació en la década del cincuenta se inició a la luz de las presidencia del General Juna Domingo Perón y de las visiones que poseía del rol social de los gremios Eva Duarte de Perón, Evita. Ella, convertida en el lazo comunicador del trabajador y el máximo dirigente, bregaba por la unidad para “consolidar la fuerza”. Así se llegó a la fecha del 28 de octubre de 1953.
Festejar el 70° aniversario es poner en valor los distintos procesos sindicales que se experimentaron. Hubo enfrentamientos, diferencias, más enfrentamientos y también épocas de diálogo. Luego, en la década de los años noventa, el gremio y los empresarios confluyeron en consolidar una relación sin dejar de representar sólo los intereses de las partes que conforman. Eso se hizo en beneficio del país.
En su recorrido, con altos y bajos, ésta entidad gremial acunó acciones de liderazgo dentro y fuera del sector. Los testimonios de muchos dirigentes empresarios y gremiales coincidieron siempre en que era un “gremio incorruptible tozudo pero dialoguista”. Lo que significaba que priorizaban la mesa de negociación, pero que eran irrenunciables a las conquistas sociales. “Donde hay un trabajador minero allí llegará AOMA y defenderá y exigirá sus derechos”, se jactaban los viejos gremialistas, muchos de ellos fundadores que siguen viviendo en el espíritu de los referentes actuales.
Pero no sólo fue un gremio de lucha por sus derechos, logros y salarios. Poseen desde su cuna un fuerte acento de pertenencia social que los ha invadido siempre. Una esencia que se respira en cada reunión gremial o cada congreso que los agrupa. Esto es potencializado por la decisión de pregonar desde la entidad el no renunciamiento a la búsqueda sostenida de una mejor calidad de vida para los miembros. Por eso no extraña que desde hace más de cincuenta años las prestaciones sociales de recreación y turismo nunca cesaron, jamás.
Esta opción se agiganta cuando nos detenemos a analizar los hoteles que la organización dispone en Mar del Plata, Buenos Aires y Villa Carlos Paz. A lo que se le debe agregar nuevas construcciones y adquisiciones hoteleras en Buenos Aires, Salta, Villa de Merlo, Villa La Angostura, Villa Gesell y la reciente adquisición en San Rafael, Mendoza. Sin duda, se puede expresar que es un preciso y claro mensaje dirigido a los afiliados: es para que disfrute la familia minera.
Referirse a AOMA es hablar de transparencia en el manejo de los fondos que aporta cada afiliado. Es sintetizar que un gremio no es una piedra en el camino, todo lo contrario. Demostró ser un gremio que agota todas las instancias para sustentar puentes de diálogos y no cortes de calles. Eso sí, a no confundir “gordura con hinchazón”, si los vueltean y los buscan, las posturas cambian; se convertirán en huesos duros de roer.
A algunos dirigentes sindicales les gusta definirse como “gremio austero” para lo cual hacen hincapié en la necesidad de no abandonar nunca su rol de dirigente pero sin dejar de ser trabajadores. No cambiar de hábitos para ejercer los puestos que sus compañeros les han confiado. Si, existen ovejas negras son detectadas y expulsadas, no les tiembla la mano.
La Obra Social de la Actividad Minera, OSAM, es otro galardón, que en silencio, se enorgullecen de ella. Una institución que es administrada por una dirigencia que no ingresa a la nebulosa de las complicaciones administrativas, poniendo como prioridad obtener eficiencia y calidad en sus prestaciones. Se abrazan a las herramientas existentes que les ha dado la ciencia y recurren al asesoramiento de profesionales especializados para asegurarse de estar en el camino correcto. Quizás el secreto, en una versión subjetiva, es que nunca dejan de administrar como si fuera su propio hogar. En tiempos de vacas flacas o gordas, lo importante es el equilibrio, la austeridad y la cobertura real.
AOMA fue y es una impulsora de la participación de la organización en el fomento de la minería nacional. No sabe de distinciones a la hora de priorizar sus cuatro ramas laborales. Siempre con un discurso profundo al concretar sus acciones pro actividad, defendiendo la inversión privada ya que conciben que son socios imprescindibles para la creación de fuentes de trabajo.
Han sabido recorrer el mundo con ese discurso. Es más, ante la presencia de gobiernos no peronistas, siempre se ha destacado la visión integral y del conjunto que posee AOMA cuando debe definir su campo de acción. No duda a la hora de expresar las virtudes de la industria, aclarar cuáles son los alcances que le otorga la Ley de Asociaciones Sindicales. “Dentro del yacimiento es mi área, fuera de ellos de otras entidades hermanas” según corresponda, se oye decir desde Rosario 434. Con este discurso se mantuvieron y mantienen diferencias con otras entidades, pero desde el sentido común y la tan ansiada coherencia.
Son 70 años desde que cada encuentro o congreso les permite a los asistentes abrazarse y cantar a viva voz, la Marcha Peronista. No es un clásico, es una esencia que se respira y que, aun los incrédulos o distraídos, se suman a los cánticos y los estrujones. Es parte de la mística. Es sin duda la identidad que aflora y que los hace uno a través del paso del tiempo.
Transitaron 70 años, muchos dirigentes, empleados, afiliados y familias, todos amalgamados en el tiempo por una misma sintonía. “Yo...Soy… de AOMA… es un sentimiento y no puedo parar…” de todas las edades, procedentes de los más inhóspitos rincones mineros del país, un mismo canto, una misma unión. Con el sello que les permite exhibir una propia identidad.
AOMA es sin duda dentro y fuera de la industria una marca distintiva. Nucleó, en todo este tiempo, referentes con un mismo espíritu y visión: la defensa irrestricta del trabajador y la trabajadora; la calidad de vida y los más completos servicios de salud y dignidad laboral.
Hubo, en esta historia de 70 años, dos grandes referentes que han cimentado la historia del gremio minero, por un lado Raúl Cabrera, un dirigente del cemento proveniente de Paraná, Entre Ríos, dueño de una personalidad impar que le permitió lidiar con la distancia o la escasez de los recursos; pero que no sabía de “recular” a la hora de hacer valer sus derechos. Lo apodaban “el Gato”, fue quien cimentó la institución en sus primeros cuarenta años de vida junto a otros compañeros. Entre sus logros más resonantes, se recuerda su férrea lucha contra el régimen militar entre 1976 y 1983, en momentos de dolor en la patria consecuencia de la persecución y desaparición forzada de dirigentes en distintos lugares del país. Además, acunó por esos tiempos un sólido protagonismo sindical a fines de los sesenta, los setenta y la vuelta a la democracia. Cabrera fue un interlocutor clave a la hora de hacer valer su voz e influencia política para lograr las leyes que permitieron en los años noventa, la llegada de los capitales de inversión para la “Gran Minería”. No dudó en llevar ese mensaje favorable y amigable para que el mundo comprendiera de la apertura de Argentina a la denominada “Nueva minería”.
A esto había que sumarle el encolumnamiento conceptual de la organización nacional del gremio por intermedio de las 18 seccionales de todo el país. “En el obelisco no se hace minería, se disfruta de ella” suelen decir desde AOMA. El gremio es un testimonio de lo que sucedía más allá de la avenida General Paz, lo sigue siendo.
Con el recambio generacional que se produjo en la organización sindical minera en el año 2004 ingresó a la primera escena de la realidad sectorial el Secretario General, Héctor Laplace. Este tuvo una gran virtud: consolidó los cimientos de la institución sobre los logros de sus antecesores y desplegó un accionar moderno, aggiornado, sin dejar de resaltar la figura de los “viejos dirigentes” y revalorizar, aún más, los conceptos fundacionales de “compromiso, lealtad, respeto, convicciones responsabilidad y militancia” ejes que le transfirieron los constructores de AOMA.
Bajo la conducción de Laplace, esta organización sindical se expandió en sus fronteras. Llevó al gremio y sus dirigentes a entablar diálogos abiertos y participar de ámbitos impensados. Así arribaron las presencias en universidades nacionales y privadas. Con un mensaje moderno y contundente. Hizo acuerdos con las casas de altos estudios, capacitaciones para las nuevas generaciones de dirigentes y no escapó del debate con los antimineros y los “anti-todo” que deambulan por el país. Llevó la minería a las aulas de los claustros declarados públicamente “contrarios al desarrollo minero”.
Exploró en temas tabúes como la inserción de las mujeres a la actividad y logró la modificación legal que lo impedía. Posicionó las Convenciones Colectivas de Trabajo como una mesa de negociación viable y respetada; mantuvo un gremio disímil en unidad permanente desde lo conceptual y la práctica. Puso en práctica los “Acuerdos por Empresa” para obtener mejores resultados salariales y sociales.
Nadie dentro de la industria deja de reconocer que desde el año 2004 el gremio se posicionó institucionalmente, se lograron notables avances en sus prestaciones y se consolidó una conducción que se renueva generacionalmente, incorporando a la juventud y a las mujeres mineras en roles impensados en el pasado, tales como integrantes de la conducción nacional, congresales y delegadas.
En otro orden, se sextuplicó en menos de veinte años el capital social existente y desde esa época hasta el presente se llevó el padrón de afiliados de 8.000 a 40.000, jerarquizando, a la vez, el funcionamiento de los recursos humanos que prestan servicios en los distintos departamentos que conforman la administración de AOMA.
Se podrían citar más frutos y objetivos alcanzados. Está todo a la vista, aciertos y errores. Recuerdo que allá por el año 2013, un prestigioso abogado previsionalistas, que ofrece sus servicios al sector empresarial, fue convocado a dar una charla a medio centenar de dirigentes gremiales mineros, y sorprendido por el convite expresó: “llevo veinte años trabajando para las empresas mineras, el más difícil de los abogados que me enfrenté en cada discusión salarial y laboral fue Héctor Laplace” (sic).
Podría citar cientos de anécdotas que asimilé tras haber trabajado junto a este dirigente por más de catorce años. No quiero que me atrape la emoción, pero hablar de AOMA significa calar hondo en más de 40 mil almas que se identifican e interactúan todos los días. Personas que recepcionan las soluciones en los momentos difíciles; en situaciones donde se esgrime la solidaridad siempre; el no dejar “a nadie a gamba” cuando “la mala aparece”, o la prohibición tácita que sostiene: “la dignidad y el derecho no se negocian” y la mano extendida para “jugarse por el compañero” y la tenacidad para dejar de lado “al que quiere sacar los pies del plato” y buscar el beneficio personal.
Existen historias reales y mitos recurrentes que deambulan en el imaginario. Queda la certeza que permite afirmar: no busquen miserias porque no existen. No hubo ni habrá lugar para medias tintas o culebrones a los efectos dar lugar a la lluvia de críticas o cuestionamientos de algún empresario ante la imposibilidad de sacarse a “un molesto dirigente” de encima. La respuesta fue “Si hay un dirigente corrupto llévenlo a la justicia que seré también un querellante”.
El resumen es que la minería posee un gremio muy definido, contundente y dialoguista. Y que no se confundan: la transparencia, la integridad y la convicción están fusionadas, no se negocian ni juntas ni por separado. Por lo menos a este escriba le queda claro.
Sí, no tengo duda alguna para entender qué, un dirigente de la talla de Héctor Laplace, no se encuentra en muchas esquinas. Más cuando es minero y lleva grabado en su piel “AOMA” que es más que un sentimiento y una pasión, es una vida. Salud AOMA.
Felices 70 años. Por muchísimos años más, y por el bienestar de la industria y el país.
Claudio Agustín Gutiérrez
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