La realización de Arminera fue el disparador de los primeros “trascendentes inicios” del diálogo interno dentro de la institución que reúne a los principales ejecutivos de las compañías mineras que operan en Argentina.
A diferencia de otros años, cuando los pretendientes a liderar los destinos de la representación privada de la actividad minera, iban a pedir la bendición de quien ocupara el sillón de la Secretaría de Minería de la Nación, ahora se buscan consensos mínimos para empezar a “tejer” nombres.
En la edición anterior ya anticipábamos que existen diferencias de lectura, metodológicas y de contenido entre quienes representan o se posicionan en los diferentes rubros. Da la sensación que las necesidades de las actividades extractivas y de mercado de cada mineral trae aparejado reclamos específicos y cada uno de estos apela para sí representatividad y gestión que responda a sus intereses.
Tal es el caso de las operadoras de oro, que tras reclamos y más reclamos para emprender gestiones que debieron ser ejecutadas desde hace mas de dieciocho meses comenzaron a ser visibles reciente en el mes de marzo y hasta el presente, no hubo resultados. El secreto de esto es fácil: el productor de oro es sometido a vender al dólar oficial y cuando debe abonar sueldos, insumos y servicios debe desembolsar a dólar “blue”, un agujero sin fondo a corto plazo.
La misma situación, por apuntar una, la padecen los productores de segunda y tercera categoría. Y podemos citar una larga lista de quienes extraen minerales exportan y sufren las mismas consecuencias. A todo esto hay que sumarle la inacción de un Estado amorfo, parasitario e inservible, encabezados por la Secretaría de Minería y su extensa lista de funcionarios que a decir de Cristina FK: “no funcionan”. Y cuando lo hacen escriben o pronuncian sandeces infundadas.
A todo esto, el boom del litio tiene sus situaciones adversadas. Los organismos de control del Estado, que sí funcionan, descubrieron el defalco de la empresa Livent que alegremente subfacturaba las exportaciones de litio a su casa matriz. Esto, aunque deseen taparlo con la alfombra gastada del silencio cómplice, no ayuda en nada al sector. En pos de la transparencia enunciada en forma constante, deberían haber actuado en consecuencia. No sólo hay que encontrarse dentro de la ley, hay que parecerlo. Lo de Livent es grave. Se tiene la sensación que si no lo denunciaban ellos, seguía subfacturando.
Existen y quienes piensan que la CAEM, ante estos hechos, debería emitir un posicionamiento. Ya que este caso demuestra que no todos los ejecutivos mineros y sus respectivas empresas son lo mismo. Existen quienes hacen las cosas con prolijidad y respeto a la ley vigente con mucho esfuerzo y esmero.
Los que se postularían y amagan:
Franco Mignacco, actual presidente de CAEM, ya expresó en forma privada, que pretende ser reelecto. No obstante las conversaciones “sin él” continúan desarrollándose y, como sucede en todo lugar donde existen más de uno, hay posible interna.
Los representantes de las empresas inclinadas por el oro y la plata no poseen mala relación, pero entienden que les falta gestión para que resurjan políticas activas que les hagan recuperar terreno. Estas productoras carecen de un protagonismo activo tanto en las provincias como ante la nación, se les ha agotado una fuerte representatividad como la esgrimida en otros tiempos.
Todos a la vez miran de reojo a los representantes de Barrick. El exponente Marcelo Álvarez, no posee muchas simpatías. Primero por su personalismo y exagerado autogenerado protagonismo, por el otro habría ingresado en un terreno muy mal visto dado que desde septiembre del año pasado no aportarían la mensualidad a las CAEM, no dejarían de hacer saber si están o no dentro de la entidad y para colmo, se destacó la ausencia de Veladero, la mina que está en producción en San Juan, en Arminera. El “planero 20-20” optó por conformar un espacio propio con un diario capitalino junto a gremialistas y ex presidente de la CAEM justo en horario y día que se cruzaba con el desarrollo del evento de la minería nacional. Quizás pensó que de esa forma podría mostrar algo de presencia, el resultado fue tan intrascendente que solo fue propagado por quienes son abonados a la pauta de esta empresa. A Álvarez le acreditan sus deseos de volver, para lo cual, debería regularizar su situación ante sus pares.
Un colega ejecutivo reflexionó hace días “No creo que Barrick quiera exponerse, sería lo mismo que Livent quiera un lugar de importancia dentro de la industria”, palabra más palabra menos, es el sentir de algunos asociados.
Aquí habría que preguntarse qué pretenden las exploradoras metalíferas. Los “buscadores” necesitan tener mayor presencia en la gestión y previsibilidad. Además, la unión hace la fuerza. Por otro lado, en la misma línea existen productores que verían con malos ojos ser tenidos en cuenta. Argumentan una clara premisa “ellos son dueños” de sus empresas y la gestionan. Un concepto poco tenido en cuenta a la hora de armar listas.
Para destacar es que a diferencia de otras transiciones, no se han detectado las famosas reuniones denominadas por un ejecutivo de verdaderas “jabonería de Vieytes”, que sí se dieron en el pasado. Pero es diferente la realidad. Si bien Mignacco no es un líder que satisfaga el protagonismo pretendido, realiza una gestión que intentó estar presente y activa. Pero con detalles para mejorar, fundamentalmente en trabajar para el “todo”. Quizás su lado más débil es no haber encontrado el reemplazo deseado para el repentino abandono que efectuó Luciano Berestein, situación que lo debilitó. Todos saben que en este cargo no se ha sabido encontrar el perfil que debería tener. Pero por ahora, y hasta que Mignacco se retire de la presidencia, se seguirá como está, con Alejandra Cardona.
Los pecados de las nuevas personalidades, que posee el sector, ostentan una gran debilidad que muestra una tendencia coherente pero errónea, desde la cual descartan la historia. Esto no sólo es un mal de esta actividad industrial, también a padecen diferentes organizaciones. No saber de dónde se viene tiende a hacer cometer errores. Tal como pasó en los olvidos experimentados en Arminera en relación a destacar la presencia y constancia de AOMA para fortalecer la industria como la de reconocer que existieron personas de esta industria que fueron trascedentes para crezca la actividad.
Llama la atención, que nada se ha dicho, por estos meses, acerca de los 30 años de la llegada de la “Nueva Minería” a partir de las leyes sancionadas en el año 1993. Conmemorar es lo que hacen quienes reafirmar la historia. Consagrar el ¿de dónde venimos?.
Podrá gustar más o menos, pero la memoria viva es la que contribuye a ser el “palo tutor” del propósito que llevó a constituir hitos. Sin los sucesos legislativos, consensuados y convincentes de aquella década de los noventa, nada de lo que se aprecia en torno a la industria existiría. Podremos discutir los entretelones y padecimiento que se sufrieron y si la aplicación podría haber sido mejor, pero jamás dejar de resaltar situaciones que son la fundación de una renovada idea de mejoramiento productivo, legislativo, económico y cultural.
Resaltamos además, que mientras existan testimonios vivos de referentes de diferentes épocas dentro de la vida de los últimos años no se debe perder la oportunidad de revivir la historia y fomentar su constante permanencia. Detenerse en estas “pequeñas cosas” hace bien al espíritu de una organización o a una sociedad.
VOLVER A LA PORTADA