ARGENTINA | 03 de Mayo de 2024
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03 de Mayo de 2024
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Pueblos Indígenas y minería metalífera en la Argentina: Apuntes para debatir en el sector

El “buen vivir” en equilibrio con la naturaleza; es un concepto central en la perspectiva del desarrollo en los pueblos originarios. Así se diferencia del desarrollo económico productivista que incluye a la minería metalífera.

Vivir plenamente en armonía entre consumos necesarios y calidad de vida, sólo alcanza puntos de acercamiento con los indicadores de los ODS 2030 universalizados a propósito del inminente riesgo ambiental planetario. ¿Qué sucede hoy en la Argentina cuándo la minería debe convivir en territorios interculturales? ¿Cómo debería comportarse la minería responsable ante situaciones objetivas de desigualdades persistentes de nuestros hermanos “indígenas”?

Por Mario Palma Godoy (*)

Vulnerabilidades pre existentes

La Ciencia Social occidental, más comprensible con la minería metalífera como actividad económica milenaria, habla de pos desarrollo para referirse al capitalismo sostenible; enfoques menos amigables, se refieren a desarrollos alternativos al sistema capitalista, referenciando modelos como el de “buen vivir” en los cuales el equilibrio con la naturaleza sin actividades invasivas es un límite innegociable. En esta perspectiva es posible que experiencias de este tipo se encuentren en la cosmovisión y prácticas ancestrales “indígenas”. Existe un tercer enfoque, que se ha declarado en guerra contra la minería, este se diluye en cierto tipo de academia y argumenta desde la perspectiva de la catástrofe inminente del planeta, se niega al debate democrático y al conocimiento científico alternativo, inclusive de ver y escuchar que está sucediendo en el mundo “indígena”.

Por nuestra parte, en el trabajo de campo en regiones con potencial minero en Argentina, vemos con preocupación la ausencia de Sociología y Antropología comprometida con la realidad de nuestros pueblos originarios. Existen más bien, profesionales de gabinete, de aproximación a los problemas de la minería, otros que se declaran indigenistas, otros analistas del conflicto pero sin que los involucre más allá del análisis, etc. Existe también “profesionales” que han construido su “buen vivir” personal usando el conocimiento ancestral, las instituciones nativas e interviniendo en organizaciones de base indígena cuando la minería metalífera comienza a prospectar o explorar; aquí nos preguntamos:¿por qué semejante reacción si no hay nada que esconder?

Guste o no, en la era planetaria que vivimos, la minería cada vez va a ir más a zonas declaradas como “inhóspitas”, “marginales” o de “sacrificio” ,es decir, allí donde no llega la ciencia oficial aplicada a dar sostenibilidad y donde esta categorización ideológica-teórica medievalistas, parecen silenciar dos realidades objetivas a saber. Una es que en estas poblaciones persiste una vulnerabilidad histórica, que diferenciada por regiones en Argentina da miedo, por estar llena de desigualdades, exclusiones, discriminación, racismo y abusos de poder. Una segunda realidad - que aplica también para la minería- es que estas realidades ya no se pueden esconder. En el mundo que vivimos, vamos a re descubrir que hay seres humanos “arrinconados” por la historia oficial, por relaciones de poder y también por la ciencia oficial que no visibiliza las persistencias de esas desigualdades, injusticias y vulnerabilidades. Esos seres humanos son mayoritariamente “Indígenas”, con distintos grados de contactos con las sociedades urbanas de consumo, con distintos sueños, con distintas resistencias, necesidades y estrategias de subsistencia que necesitan ser comprendidas, fortalecidas y ya no más colonizadas desde ningún actor “protector”. A esto último llamamos interculturalidad no asimétrica y descolonizada, incluida la ciencia oficial.

Claves para establecer el diálogo intercultural

¿Qué sucede cuando la minería llega a territorios “indígenas” hoy? La experiencia comparada nos viene dando algunas lecciones que nos permite comprender mejor las posibilidades de éxito o fracaso en el relacionamiento con los pueblos originarios. Sin pretender ser exhaustivos, la minería debe integrarse en los siguientes contextos: Allí donde hay políticas de Estado, allí donde hay malas políticas de Estado; allí donde hay Estados sin políticas de Estado; allí donde los conocimientos científicos están aburguesados lejos de lo que fue la Ciencia de los años 70´; allí donde líderes “indígenas” personalistas han sido cooptados por las estructuras partidarias y no respetan derechos “indígenas”; allí donde hay empresas privadas de distintas industrias que siguen viviendo en el capitalismo depredador del siglo XX.

Pero también hay escenarios favorables. Cuando los Estados desarrollan políticas mineras, la actividad casi siempre es bien recibida hasta la tercera visita. Luego comienzan a operar las relaciones de poderes locales y extra locales y las “buenas intenciones” se pueden ir al carajo. He visto varias realidades: llega la minería y se rompen los negocios de los cazadores clandestinos de vicuñas y otras especies, se rompen los negocios de los operadores turísticos no regulados en el manejo de recursos culturales y naturales indígenas (que por cierto muchos “indígenas” no saben que existían), se rompen también sistemas clientelares que siguen mirando a los “indígenas” como en el siglo XVI buscando a un líder nativo que domine a sus hermanos, se rompen también territorios de “seudocientíficos” que en nombre de la ciencia hacen desastres con los valores culturales ancestrales. En consecuencia, he visto menos representatividad indígena preparada para dialogar y negociar que negociadores que quieren representarlos.

En consecuencia, lo que quiero decir hasta aquí, es que si la minería quiere tener éxito, urge aprender a revitalizar las capacidades de fortalecimiento de la Institucionalidad “Indígena” en los territorios impactados por proyectos productivos mineros y no mineros. Puesto que de no ocurrir, la representación de los representados (“indígenas”) ante la minería no quedará en manos de las Asambleas Comunitarias, ni en el Estado y menos las empresas mineras que tendrán muchos inconvenientes para desempeñarse de manera responsable y sostenible. Por ello, la minería debe preparase para dialogar desde una perspectiva intercultural – No asimétrica- con las asambleas “indígenas” allí donde existe personería jurídica y comunidad organizada por pre existencia histórica. Hoy cualquier empresa que pretenda relacionarse desde el clientelismo (partidario, con líderes indígenas o dadivas), encontrará como contrapartida resistencias, u operadores de la anti minería que en nombre “del medio ambiente” estén dispuestos a representar los “indígenas” desde la perspectiva de la victimización.

Apostar por las buenas prácticas interculturales

Es cierto que la historia de la minería en el planeta y sus consecuencias que impactaron negativamente en los pueblos originarios no se puede borrar; Tampoco hay que olvidar que mucho de los detractores de la presencia minera en territorios “indígenas” justifican la representación de los representados, no sólo en ese pasado objetivo, sino en una supuesta imposibilidad de coexistencia entre actividades económicas alternativas; tampoco hay que silenciar que – a veces- es el propio comportamiento del sector que carece de gestores preparados para incluir las percepciones ambientales de los locales previo a dar inicio al diálogo legítimo. Es por ello, que muchos EIAs suelen quedar condicionado por las consultoras que mediante terminologías inentendibles buscan satisfacer a las ingenierías aplicadas a la naturaleza sin incorporar las percepciones de las naturalezas presentes en un territorio de impacto intercultural. Aquí es cuando comienza el ver a “los indios son complicados”, “son ventajeros”, “ son un problema”.

Pero también es cierto, y existen buenos ejemplos, que allí donde los Estados Provinciales se han comprometido con los derechos humanos de nuestros hermanos “indígenas” y las empresas se preparan, los “indígenas” pueden participar plenamente del diálogo, consultas y alcanzar beneficios genuinos en sus territorios, tierras y territorialidad. Es decir, también existen relaciones entre minería, Estados y Comunidades “Indígenas” en las que se respetan territorios porque coexiste el ejercicio del Derecho Indígena y de la Autoridad estatal. En estos escenarios la educación ambiental logra hacer carne y práctica en el Estado, Empresas y Comunidades por una buena transmisión cultural de la Ley 24.585 de medio ambiente en actividad minera y el Artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional Argentina del año 1994 que contiene e integra el Convenio 169 de la OIT.

Pero además del contexto de ideologías teóricas, de andamiajes legislativos, hay gestiones silenciosas que vienen trayendo buenos resultados por dialogar y no manipular. Allí deben inspirarse las nuevas generaciones de mineros que no pueden reconocerse en una minería deficiente sin poner en valor las distintas formas de percibir las naturalezas. Las buenas prácticas, los estándares de las casas matrices, los comportamientos profesionalizados en los relacionamientos, las guías de comportamientos, el respeto a las leyes nacionales, provinciales y locales, los convenios internacionales, la Constitución Nacional, deben preceder como herramientas formativas a los relacionamientos que promuevan una programación participativa y comprensiva de las realidades sociales, ambientales, económicas e institucionales y de culturas originarias.

La minería tiene una oportunidad, siendo consciente que el respeto no debe ser declarativo. Ese otro, el diferente tiene conocimientos, institucionalidad y un creciente grado de deterioro objetivo (cosmovisión, identidades, historia, sistemas de valores, institucionalidad, aprovechamientos de recursos culturales y naturales, etc.) en el que se puede anclar un trabajo profesional que evite profundizar las desigualdades, las injusticias y la discriminación persistente. La minería bien hecha en la Argentina debe aprender a conocer que significa el “buen vivir” en la cosmovisión “indígena”, conciliarlo con prácticas de sostenibilidad verificadas y un relacionamiento intercultural no asimétrico. Estas herramientas son claves para ingresar a una cuarta definición: Los “planes de vida comunitarios”, es decir al proceso de planeamiento participativo en los sistemas teóricos “indígenas” que les garantice un legado pos minería.

(*) Magister en Antropología, Consultor de “Empoderar RS”, organización especializada en Licencia Social y Responsabilidad Social Empresaria.

• Se ha utilizado deliberadamente el uso del término Indígena entre comillas y pueblos originarios en la perspectiva del autor, puesto que al menos en mi experiencia en diversas realidades regionales este término que resulta colonizante para la academia (indígena) se mantiene con orgullo entre los descendientes de pueblos nativos; otros –también nativos- prefieren rechazar esta percepción y optan por ser “aborigen” al igual como se suele utilizar desde los Estados. También se puede escuchar denominaciones como originales, nativos, paisanos, indios, todas estas definiciones con matices, se refieren a una realidad nacional de seres humanos vulnerados y desiguales entre los desiguales.

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