Por Tomas Heredia (*)
La Compañía Minera Aguilar SA descubrió el depósito El Pachón en 1964. Su equipo de geólogos investigaba en San Juan el área de frontera sin sospechar la presencia de lo que es hoy un gigantesco yacimiento. En esa época se accedía por huellas o sin ellas, a una altura sobre el nivel del mar entre 3600 a 4200 metros. Al otro lado de la cordillera, el equipo descubridor podría observar hoy las instalaciones cercanas de mina Los Pelambres en Chile, a sólo unas cincuenta cuadras de distancia y puesta en marcha en 1999. Es evidente para el ojo geológico la continuidad hacia el Departamento Calingasta de toda la faja mineralizada y deducir que ambos depósitos comparten el mismo modelo de yacencia y eventualmente fue para Minera Aguilar un emocionante y promisorio descubrimiento.
Básicamente El Pachón es un stockwork de venillas de cuarzo, estructuras y brechas con pirita y calcopirita con intrusiones porfíricas y cuerpos de brechas relacionados. La mineralización se asocia genéticamente con la alteración hidrotermal que afecta tanto a la roca de caja como a los cuerpos intrusivos.
Mina Aguilar dispuso iniciar los primeros trabajos, abriendo caminos para el ingreso de sus perforadoras y otros medios logísticos. Luego de comprobar la bondad de los primeros muestreos y del levantamiento geológico y estructural, entre 1969 y 1974 la compañía minera se abocó a varias campañas, que determinaron el buen futuro del ahora yacimiento en 1977. Pero el diablo metió por primera vez la cola y el contexto social y económico del país hizo perder impulso al entusiasmo inicial y congelar la algarabía que había despertado en la minería nacional. Y así se quedó esperando un mejor panorama para posibilitar el desarrollo del enorme depósito de cobre, plata y molibdeno. A partir de 1988 hubo varios cambios en el paquete accionario, hasta que recién en 2006 el proyecto pasa a ser controlado por Xstrata Copper, uno de los gigantes mineros de entonces. Allí comenzó una etapa de nuevas campañas de sondeos y nuevos estudios geológicos, ambientales e ingenieriles que permitieron enriquecer el conocimiento sobre el hermano perdido de Los Pelambres.
Para el 2012 la inversión exploratoria permitió remodelar el yacimiento, compatible con los atractivos resultados metalúrgicos y económicos y en el marco del estudio de factibilidad, se logró aumentar los recursos minerales, que pasó a ser de 3.300 millones de toneladas, un 20% más del calculado en 2011, con una ley de cobre de 0,47% y una ley de corte de 0,2%, con subproductos ya mencionados de plata y molibdeno. El total de metal fino contenido de cobre aumentó a 15 millones de toneladas, un resultado que coloca a El Pachón como un indiscutible yacimiento de clase mundial. En el año 2013 Glencore PLC adquiere Xstrata, continuando la nueva firma con trabajos exploratorios, geología y geofísica y muy especialmente monitoreo ambiental.
Al principio, en los primeros años de su descubrimiento, El Pachón fue concebido como un proyecto binacional, donde se pensó incluir en el mismo la infraestructura chilena cercana disponible y una ambiciosa ampliación hacia el puerto del Pacífico Los Vilos, para el despacho de la producción. Pero entonces el Diablo metió la cola otra vez.
La planificación del proyecto cambió el rumbo, descartando el puerto de Los Vilos y estableciendo en la planificación un corredor ferroviario hacia el puerto de Santa Fe para la exportación mineral, lo que implica que el desarrollo del mega yacimiento se realizará totalmente en Argentina. Estas modificaciones dilataron asimismo la presentación del informe de impacto ambiental de la etapa de explotación ante las autoridades sanjuaninas. Pero las huestes del Diablo también consiguieron generar una intensa disputa entre Glencore y Antofagasta Minerals.
Como ya fue mencionado más arriba, el proyecto El Pachón iba a involucrar a parte de la infraestructura de la mina Los Pelambres. Abandonada esta idea, Antofagasta Minerals empezó a depositar escombros estériles y centenares de neumáticos en desuso en terrenos que, según denunció Glencore, le pertenecen. Ello presupone más de 50 millones de toneladas de estéril y basura industrial sobre unas 50 hectáreas prospectables. Todo este embrollo genera incertidumbre por la probable vulneración de los recursos hídricos, pues el emplazamiento de El Pachón involucra a la Cuenca del río Los Patos, venerado curso sanmartiniano que es afluente del Río San Juan, adicionando más leña al fuego para calentar a los siempre alertas antimineros.
Para completar el panorama de dificultades, aparecen en el horizonte la probable afectación de los glaciares existentes en la zona y la presencia de un ambiente periglacial y permafrost, cuestión que parece estar fuera de las futuras operaciones mineras, pero que son denunciadas por algunas ONG y hasta por científicos improvisados que privilegian su ideología de statu quo por encima del interés general. Aparentemente durante el 2023 Glencore podría llegar a presentar un nuevo informe de factibilidad, en base a los guarismos de nuevas perforaciones, que ampliarían el nivel de reservas existentes, con lo cual se aceleraría el esforzado camino de El Pachón para su puesta en marcha.
Argentina no puede privarse de semejante emprendimiento. Estamos al borde de casi seis décadas de su descubrimiento, aún sin consolidar la producción del mega proyecto. Un récord merecedor de estar entre los Guinness del siglo pasado y del presente. En todos estos años, las marchas y contramarchas demuestran que el aprovechamiento de los recursos mineros tienen una sólida simbiosis con el poder político y la estabilidad de las instituciones de la República. Ni una ni otra puede escapar a las responsabilidades que les competen. Las políticas de Estado no deben perder su objetivo único: promover acciones para acompañar todo desarrollo sustentable que garantice la prosperidad común y acompañar, nunca entorpecer, el accionar de la actividad privada, que es la que siempre debe asumir los riesgos propios de nuestra industria y se somete a las reglamentaciones vigentes. El Pachón, junto con otros proyectos que avanzan sin pausa en San Juan y Salta especialmente, pueden transformar a la Argentina como actora de elite en el mercado del cobre .
Todo dependerá de la acción inteligente del Estado y las empresas operadoras.
(*) Geólogo - CEO de Trendix Mining
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