ARGENTINA | 21 de Noviembre de 2024
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21 de Noviembre de 2024
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¿Qué pasa con el oro y la plata?

La necesidad de comprender la lógica de una industria, parece no estar en la agenda de los funcionarios.

Año electoral y los reclamos decaen desde el sector empresarial minero que aprendió, con el correr de los años, que la política coyuntural y territorial obliga a postergar exigencias puntuales. Pese a que en el país ya se cumplieron tres décadas de la sanción de las leyes que permitieron el ingreso de capitales de riesgo de altos volúmenes, estas siguen en vigencia pero estamos en Argentina. Sus aplicaciones fueron perdiendo eficacia y lo que fue determinante, y de reglas claras ayer, hoy poseen, como consecuencia del uso de las mismas, adaptaciones encubiertas que son tan flexibles como los trámites para jubilarse sin haber hecho aportes. Sí, el uso de las leyes mineras de los noventa han mutado pese a su vigencia.

En la actualidad, desde algunas empresas mineras, necesitan que los gobiernos entiendan como es el desarrollo de una actividad específica. Existen leyes y no se cumplen. Existe un paragua normativo que en los últimos años padeció fuertes aguaceros y se ha perforado, por eso necesitan hoy una atención especial, intentar arreglarlo o modificarlo, o si se prefiere actualizarlo.

Todos valoran que es trascendente el importante salario que perciben los mineros metalíferos; es válida la ascendente incorporación de la mujer a la industria; es fantástico hablar de los miles de dólares que se exportan y de la importancia de la incidencia económica de un yacimiento que produce en las economías regionales con un creciente compre local. Aunque algunos pensemos que deben aportar más a las comunidades y provincias, y más es más. Todo esto es real y muy bueno. No obstante, hoy los productores de oro y plata reclaman atención antes de provocar un fin de ciclo posiblemente catastrófico. “No sobre explotemos a la gallina ponedora”, ya que si continúan los vaivenes de una economía inflacionaria, dólares con decenas de valores, economía local dolarizada al blue y con falta de insumos para seguir en marcha, el colapso puede ser un horizonte a mediano plazo. A lo que se le agrega que en inversiones para extracciones de minerales metalíferos en la actualidad no existen en el país, la última fue en Salta, en el proyecto Lindero, de Minera Mansfield.

Ahora nos vamos a detener en algunas modificaciones que irrumpieron en el país con los distintos gobiernos. Se pasó de las “Reglas de Juego Claras”, como la estabilidad fiscal a 30 años, a una inmensa variable de artilugios para la creación de nuevos impuestos; fondos de infraestructura; cambios en el cálculo de las regalías; la inclusión de las retenciones y la irrupción de las empresas mineras provinciales que se convertían en socias sin aportar dinero y esgrimiendo su esencialidad para lograr la licencia social que facilite la instalación de las empresas y a la vez, ser generadoras de nuevas captaciones de divisas para los estados provinciales. Un fiasco.

Lo narrado fue parte, seguramente habrán más elementos que se pueden sumar, de la necesidad coyuntural del cambio de funcionamiento que se registró en el país con el inicio del siglo XXI.

Mismas normas, diferentes aplicaciones e interpretaciones de las normativas.

A fines de los años noventa la explotación de oro en Argentina no fue favorable por un mercado retraído. Los costos superaban el precio final de venta del metal. Para 2001 el oro valía 254 dólares la onza y producirlo cerca de 300. Pero cuidado, pocos años después se revirtió. En 2005 la onza costaba producirla cerca de 300 US$ y el mercado ya pagaba más de 600 de la misma moneda. Lo cíclico tenía gusto a revancha. Así nacieron a fines de los noventa proyectos como Cerro Vanguardia y Minera Alumbrera. Luego con un mejor mercado, llegarían la puesta en marcha de Veladero, Casposo, Gualcamayo (en San Juan), Huevos Verdes, Manantial Espejo y Lomada de Leiva, (en Santa Cruz) y Lindero que fue el último en la provincia de Salta.

Durante el lapso comprendido entre, 2003 - 2015, fue furor el dorado metal y hubo ganancias extraordinarias.

Las empresas ganaron pese a las “transformaciones de las reglas de juego y la desestabilidad fiscal manejable” que se aplicaron en el país a partir del año 2007, más precisamente desde diciembre de ese año. El punto de partida fueron las retenciones mineras, y en menor escala las regulaciones que aplicaron las provincias que además, en siete de ellas aplicaron prohibiciones al desarrollo de la industria con extracción metales.

Pero todo tiene diferentes aristas de análisis. Sin duda son parte de otra Argentina. Ya desde el año 2011 en pleno apogeo de la extracción de oro, plata, cobre y molibdeno, reaparecía en escena un viejo síntoma pausado de la economía nacional “la inflación”.

Esta se consolidó ascendente y desde hace diez años indomable. No se encontró receta para detenerla, sólo más y más inflación. Si bien las últimas penosas conclusiones acerca de este estadío hablan de “sensación o construcción social”, la inflación está, afecta y sólo beneficia a unos pocos, a los especuladores de siempre.

La realidad por estos días dentro de la industria del oro ostenta un denominador común, en las empresas extractivas: la inflación castiga muy hondo a los productores y el precio estable del metal en los últimos años, pese a los declives que sufrió en este pasado mes de febrero, está limando la economía y financiación de las mineras auríferas.

La inflación es un detalle más. La complejidad de la irracionalidad de los gobiernos de turno es implacable. Pero, como sucede aun, cuando las autoridades específicas ignoran, no aprenden ni asimilan, los matices o grises de esta actividad.

A la inflación galopante, desmedida e incontrolable, se le suma la multiplicidad de precios del dólar como moneda de uso en el mundo.

En Argentina la economía se mide por el denominado “Blue”, que cotiza por estos días a 377 pesos y su par “oficial” se liquida a 140 pesos (estimadamente). Por si fuera poco, los precios de los insumos, sueldos y servicios, son regidos por el “dólar blue” mientras que el precio de las exportaciones se hace al ritmo del dólar oficial. Ante esto, la brecha de los valores entre uno y otro, impacta negativamente en las finanzas de las empresas. Sencillo.

Esta simple descripción no es comprendida, asimilada, captada, considerada etc. por las autoridades del sector oficial de la minería, léase secretaria y subsecretarios. Además tampoco es asimilada por quienes manejan la cuestión macro de la economía. Los primeros son además, incapaces, por no decir inútiles, en saber cómo es el desarrollo de su rol dentro de la función pública. Los segundos, sólo entienden que la industria minera satisfacería sus necesidades de captar inversiones millonarias que generen dólares.

Tanto Fernanda Ávila, titular del área minera nacional como sus elegidos subsecretario/a no saben de que se trata, y lo perjudicial para la actividad, es que no saben cómo esgrimir ante sus superiores lo que está sucediendo con las mineras productoras de oro y plata. Eso sí, algo de litio comienzan a entender, (después de tanto coucheo y paper que les otorgan), y que por repetir simulan que aprenden. No se dan cuenta que lo del litio, a eta altura, camina solo, no los necesitan, menos cuando no son los contenedores de las pérdidas que han sufrido las mineras del litio al borrárseles ventajas arancelarias que desde enero ya no perciben.

“Lo que les pasa a las que extraen oro y plata es grave” le explicó un destacado profesional a Prensa GeoMinera para graficar el mal momento coyuntural. “No podés exportar para que luego percibir dólares que son pesificados a un valor irrisorio y pretender que las empresas hagan frente a impuestos, insumos, servicios y salarios. Esa situación extermina la liquidez de cada yacimiento por la incidencia de la inflación y que son además regidos por valores paralelos, esta fórmula es mortífera” para las empresas de menor tamaño que no poseen sustanciosos respaldos.

Tras otras consultas enfocadas en conocer otras perspectivas, explicaron a PGM que “no se entiende” cómo desde la SECMIN no se pronuncian ni hacen consultas sobre qué les pasa a las productoras de oro o plata que enfrentarían esta realidad adversa. “No hacemos declaraciones públicas porque pareciera que nos queremos sumar al llanto, y no es así, dado que nosotros somos una industria que genera dólares para el país y posee muy bajos índices de importación de insumos”. El mismo experto consultado alegó que “cada vez que necesitamos un repuesto o insumo que en el país no se produce comenzamos un drama con la Aduana y el Banco Central que no tiene precedentes, no sólo burocrático; no comprenden que sin esos insumos no hay producción y por consecuencia no ingresan dólares”, adelantando que no sólo es grave “es incierto y perjudica al país porque es una mala prensa para las decisiones que debe asumir el inversor a la hora detraer sus recursos” al país.

Con respecto a la postura de CAEM, Cámara Argentina de Empresarios Mineros, no se ha escuchado reclamo alguno sobre esto. No existe un mensaje concreto y difundido acerca de lo que entiende el gremio de los ejecutivos mineros argentinos. Nada han expresado sobre lo que padece el sector metalífero que se encuentra en producción. ¿Estrategia o pacto de silencio? No encontramos algún documento esclarecedor en los últimos noventa días desde donde decodificar cuál es su postura.

No obstante, cabe destacar que, en el último trimestre del año pasado desde CAEM les resaltaron a funcionarios del ministro Sergio Massa “que era esencial acceder a los insumos para producir” y de esta forma proyectar ampliaciones productivas o facilitar nuevos proyectos. También, fuentes confiables de la cámara, detallan que se les dejó en claro que la adversidad económica actual motiva la profundización de la problemática y pone en riesgo la producción, con posibilidad de que ésta llegue a detenerse por completo.

Pero, en conclusión la respuesta fue “poca bola”. Aseguran, los asiduos asistentes empresariales a estas reuniones, que se percibe temor a que este panorama se vaya profundizado por la baja en los precios de los metales y el incremento de los costos productivos, que en el año 2022 ascendió a 28 % en dólares”.

Por lo bajo, muy por lo bajo, algunos ejecutivos murmuran sobre la necesidad de hacer planteos contundentes y públicos. Además reconocen que “no existen interlocutores válidos en la Secretaría de Minería de la Nación”, lo que explicamos en párrafos anteriores, que permitan darle viabilidad o hacer conocer esta coyuntura sectorial. Eso sí, a la hora de hablar del litio abundan explicaciones, aunque este subsector debería dar respuestas de las denuncias que existen sobre Liven en Catamarca, las que fueron hechas por organismos del Estado Nacional y Provincial. Silencio sobre este tema, pésimo antecedente para la secretaria catamarqueña que desde hace un tiempo, le gusta hablar, y poco de gestionar.

El interrogante sigue siendo ¿Quiénes vendrán a invertir sus dineros si no se solucionan cuestiones de fondo y de sentido común? La respuesta es sabida por todos los integrantes del sector.

No existe desarrollo sin inversiones ni reglas claras. Menos habrá mineros que lleguen sin ser tentados, aunque sea tibiamente, si no se pone la casa en orden. Y sólo si se habla de la cuestión económica y jurídica, que demanda estabilidad y previsibilidad, algo de lo cual el país padece.

Nos volvemos a preguntar, ¿Qué van a promocionar a Toronto, donde se hace el PDCA, (epicentro mundial dónde se congrega a inversores y profesionales de la minería) si no se efectúan las tareas previas que están pendientes en lo micro y cotidiano? ¿Cuántos funcionarios irían a Canadá si ellos debieran abonar de sus bolsillos los millonarios gastos? Para mucho de los “sellos de goma” que viajan, este es el “viaje de fin de curso”, en este caso, de fin de funciones en el gobierno, por aquello de las elecciones y la fecha de vencimiento que poseen.

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