El liderazgo ha dejado de ser una exclusiva de los altos directivos y ha pasado a ser una competencia buscada en todos los niveles de la organización. Las empresas quieren ser un lugar donde haya líderes que a su vez lideren a otros líderes.
Para lograr esto es necesario un cambio de cultura; abandonar el enfoque personalista del líder que ha imperado durante décadas y desarrollar un liderazgo común que trascienda de la cúpula directiva y que llegue a todos los ámbitos de la organización. Se trata de un nuevo liderazgo, denominado trascendente.
El liderazgo se define como la relación de influencia que se establece entre los líderes y los colaboradores.
Reflexionando sobre el ser y hacer, en el rol a cumplir y sus alcances, revisamos el marco teórico del concepto para luego hacer un análisis profundo de su alcance.
Etimológicamente la palabra Liderazgo hace referencia a la persona que ha recibido el cargo de guía.
Al descomponer el término en sus partes tenemos: “líder” y “azgo”. El sufijo “azgo” se refiere al conjunto de actividades propias de un rol. La palabra “líder” viene del inglés “leader” que significa guía. Por lo tanto, el rol del líder es guiar.
Leader-Ship: Si estudiamos el significado del sustantivo “ship” en inglés, nos damos cuenta que se refiere a una “embarcación”. Los seguidores de un líder tienen que subir a bordo de la nave particular de cada líder. Lo pueden hacer por imposición, pero también lo pueden hacer por motivación.
El líder entonces es quien los va a transportar, pues sirve como medio de transporte para los demás.
La clave para que un líder pueda lograr evolucionar en su estilo de liderazgo, está en el desarrollo de la autoconciencia. Esta capacidad le permite al líder ser consciente del impacto que su comportamiento puede tener en las personas que lo acompañan en el viaje.
“Antes de poder liderar a otros … hay que descubrirse a uno mismo”. Liderazgo es más un viaje que un destino.
Es importante entender el intercambio con el entorno como un espiral con permanente retorno al interior
Daniel Goleman en su libro Liderazgo nos habla de la importancia de la autoconciencia emocional en el liderazgo: los líderes con buen nivel de autoconciencia emocional conectan con sus señales internas y reconocen el efecto que tienen sus sentimientos en ellos mismos y en su rendimiento laboral. Están en sintonía con sus valores de referencia y con frecuencia intuyen cuál es la mejor decisión, teniendo en cuenta el contexto general de una situación compleja.
Bajo un liderazgo positivo la gestión de la autoridad se enfoca desde el carisma, la comunicación y la motivación: es el líder reconocido por su gente.
Cuando la gente está a gusto es cuando mejor trabaja. El buen humor favorece la eficiencia mental y permite que la gente sea más competente en la aplicación de la información y en la aplicación de reglas a la toma de decisiones complejas, y más flexible en la forma de pensar.
El buen humor resulta de especial importancia en el caso de los equipos: la capacidad de un líder para transmitir un estado de ánimo entusiasta y cooperativo en un equipo puede determinar su éxito.
En el otro extremo, bajo un liderazgo negativo predomina el uso del poder, las normas y los resultados por encima de las personas a las que dirige. En este caso el líder es reconocido como tal por la jerarquía de la organización, porque da resultados y cumple objetivos. Entonces su gente le reconoce como jefe, pero no como líder.
Cuando esto ocurre, puede darse el caso en que los conflictos emocionales de un grupo se llevan la atención y la energía de las labores que comparten, y el rendimiento se resiente.
Aquello que trasciende y es recordado, va asociado a una emoción.
¿Cómo nos sentimos al terminar cada jornada laboral? ¿Qué nos resuena el nombre de una empresa o de una persona? ¿Qué actitud tomamos ante esto?
Nuestro día a día está teñido de emociones de forma permanente, no podemos disociar.
Hay una frase que indica que las personas no dejan empresas, dejan a sus líderes. Si bien es hay factores favorecedores para permanecer en una organización como los factores económicos y beneficios organizacionales, muchas veces no alcanzan para permanecer en un lugar de trabajo. En este punto volvemos a la importancia de que quienes lideran la embarcación lleguen a buen puerto con su equipo hasta el final del camino.
En industrias como la minería, donde los proyectos bajo demandas de tiempo y presión constante pueden verse las distintas caras del liderazgo, y aquellos líderes que son seguidos por sus equipos aunque cambien de embarcación. ¿Qué los distingue? Aquello que imprime el recuerdo de la emoción y genera trascendencia, que hace querer elegir o no nuevamente pasar por una situación similar, independientemente de los beneficios y de los aspectos técnicos.
Aquellos que lideramos, ¿somos conscientes de la huella que dejamos día a día? ¿Tenemos claro qué impacto puede generar a nivel de nuestro equipo, de la totalidad de una organización, comunidades y grupos de interés?
En nuestro vivir social generamos impacto permanente en nuestro entorno, en cualquier espacio relacional, la convivencia impacta la calidad de vida.
Cuando alguien entra en contacto consigo mismo, con otras personas o con el medio, su vida toma un rumbo determinado que depende del tipo de relaciones que establece.
En la medida que podemos hacer el ejercicio de entender que podemos elegir libremente cómo actuar, y no sólo reaccionar instintivamente ante cada suceso, somos más activos en la elección del tipo de relaciones que llevamos. Si constantemente reaccionamos automáticamente ante los estímulos, nos creemos víctimas de las circunstancias, buscamos culpables e impactamos negativamente en nuestro entorno como consecuencia.
El liderazgo transforma, y es un proceso interno que trasciende. El resultado de nuestras interacciones depende siempre de cada uno de nosotros.
James Kerr en su libro sobre los All Blacks llamado Legado, nos indica que “los líderes crean líderes”… no crean seguidores, por eso siempre “hay que pasar la pelota”.
Si no estás haciendo que la vida de alguien sea mejor, entonces estás desperdiciando tu tiempo.
La trascendencia que buscamos como líderes o directivos tiene relación directa con lograr que todos los demás sean mejores en lo que hacen, que tengan protagonismo, oportunidad de aportar y crecer. La humildad y generosidad del líder en este punto son fundamentales. Podríamos decir bajo este concepto, que un directivo es mejor en cuanto más líderes haya exportado a la organización.
El mayor poder de un líder es hacer poderosas a otras personas y despertar sus posibilidades. Generar la sensación de inclusión que hace que cada individuo esté dispuesto a dar más por una causa común.
El líder permite que cada miembro del equipo pueda responder adecuadamente en un contexto cambiante sin perder de vista la estrategia a largo plazo.
El efecto del líder trascendente apela a la necesidad que otros tienen de que su trabajo esté bien realizado, por su sentido de misión. Es un líder fuertemente comprometido con el proyecto, que predica con el ejemplo y fomenta el liderazgo en sus colaboradores (es un líder generador de líderes). Promueve lo que los autores llaman el ownership, que consiste en traspasar el sentido de misión a los colaboradores, al nivel de responsabilidad que corresponda a cada uno, y con las herramientas e información necesarias para la independencia en la posición.
El líder se convierte en un auténtico coach de su gente, un proceso que culmina exitosamente si consigue que los colaboradores se conviertan en nuevos promotores del cambio, es decir, en nuevos líderes. Así, los subordinados pasan de seguidores a líderes, y el líder, a ser un líder de líderes y comienza un nuevo ciclo de cambio.
(*) Lic. en Psicología
MBA especializada en RRHH
Coach Ejecutiva Certificada
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