ARGENTINA | 21 de Noviembre de 2024
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21 de Noviembre de 2024
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BUENOS AIRES

Por qué no

El país ha tenido gobiernos mejores y peores: Más allá de las afinidades políticas, depende de la primacía de los aciertos o errores en la gestión y también del contexto.

Lo que pocas veces se ha visto es uno en el que impongan tan nítidamente dos caracteres típicos del desgobierno: la prodigalidad y la imprevisión. Creer que los recursos no son escasos y que se puede andar errante, esperando que los melones se acomoden solos como un estilo de gobierno, es de una peligrosa originalidad.

Como si no hubiera tiempo y espacio, ni oportunidades. Lo de la deuda con el FMI es la apoteosis, que tal vez valga como caso de estudio académico de lo que no hay que hacer. La deuda soberana representa el mayor problema argentino, porque lo engloba todo: desde vía de escape para seguir viviendo por encima de las posibilidades, hasta argumento político del calibre de la lucha de clases marxista.

Da para análisis histórico, sociológico, económico y charla de café o taxi. Un súper clásico. El punto es que hay un plano del aquí y ahora que no se puede desconocer: desde antes de asumir, el gobierno sabe que tenía un nudo gordiano para desatar o cortar. Opté por una tangente creativa: no hacer nada, dejar todo para el final, y luego hacerlo todo mal.

Hoy nos ofrece lo que en filosofía se llama una aporía: una dificultad lógica insuperable. Y la ofrece como si fuera la última coca cola fría del desierto. Sin mosquear ante la contradicción patente en la aparente solución, como si fuera posible disfrazar la imposibilidad de cumplir sus términos más básicos.

Cuando es claro que más que un acuerdo, es un acuerdo de imposible cumplimiento, propio del mundo de los simulacros, para transitar los ocho meses que quedan hasta el inicio del mundial de fútbol y luego la campaña. Y después Dios proveerá, y que lo resuelva el que viene. De paso cañazo, aprovechamos para que los fundamentos del proyecto de ley al Congreso y los comunicados de prensa gasten más tinta en cuestionar al gobierno anterior que explicar cómo van a cumplir.

Como si no hubiera continuidad institucional; como si el otro no votase o fuera prescindible en este entuerto. Se entiende, astucias del pescado in fraganti que no tiene mucho para decir, acostumbrado a las mayorías automáticas y no a los consensos. Acá no hay lugar para soluciones parciales o remedios circunstanciales.

Desde la primera crisis de deuda externa con Avellaneda, los fundamentos son dos: austeridad y previsión. Un sistema de economía rígida para los gastos públicos y cuidar el nombre de la Argentina, ?que puede estar hondamente dividida en partidos internos, pero no tiene sino un honor y una bandera.? Probemos con la verdad: consentir el engaño no es ética ni de la convicción ni de la responsabilidad; es preludio de fracaso. Por eso, al menos que expliquen claro el cómo, hay que rechazar la prodigalidad y la imprevisión.

S.F.

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