El Ing. Walter Schmale, es y será un profesional indiscutido cuya historia está ligada al desarrollo minero y petrolero del país, un desarrollista intachable, que le aportó a este sector experiencia, sentido común y prestigio.
El pasado 20 de Julio se cumplieron 10 años de su fallecimiento y nos pareció oportuno referirnos a su impronta en su dilatada trayectoria en la industria nacional, y la minera en particular.
Siempre, desde principio de la etapa extractiva de Cerro Vanguardia, en Santa Cruz, propuso hacer frente a la sociedad con un claro mensaje a la comunidad sobre la incidencia económica y el cuidado del medio ambiente que exigían las leyes del país y era imprescindible concretar. Un referente “gigante” del inversor nacional. Impulsor del uso racional de los recursos naturales en beneficio del país, se convirtió en ese gran “Maestro” que dejó profundas enseñanzas.
Quienes tuvimos el honor de haber compartido extensas charlas sobre la industria, la realidad nacional y de cuestiones personales, hemos tenido la gran bendición de tratar a un prohombre de la industria nacional. Con lenguaje llano, preciso y profundo desplegaba sus interpretaciones de la coyuntura y dejaba muy claro lo que interpretaba a la hora de que la minería en la Argentina sea aceptada por la sociedad.
Nuestra última entrevista, extensa y didáctica, fue el 31 de mayo de 2010. En el café de la esquina de Marcelo T. de Alvear y Libertad de la Capital Federal. Fueron extensas horas de dialogo, cordial y fecundo, no dejaba nada por decir. No sabía de artilugios para testimoniar lo que pensaba y sentía.
Cuando dejó la Vice Presidencia de la minera Cerro Vanguardia, en el año 2005, decidió abandonar la vice presidencia de la CAEM, Cámara Argentina de Empresarios Minero, y cuando muchos mineros festejaban que se “jubilaba”, los petroleros lo convocaron para que presida el IAPG. Instituto Argentino del Petroleó y Gas. Ellos sí supieron aprovechar a fondo sus conocimientos, contactos y sabiduría.
Era un visionario, un verdadero empresario nacional que se despeño en las principales compañías del Grupo Pérez Companc; y no era un ejecutivo de lujo, era dueño de un porcentaje accionario. Dueño de una humildad que trascendía su simpleza y la combinaba en forma constante con amplios conocimientos sobre la soberanía territorial a la hora de referirse a los recursos naturales. Schmale convertía en sencillo el complicado mundo y lenguaje de geólogos e ingenieros. No andaba con vueltas, como decimos en el barrio “al pan, pan y al vino, vino”.
Desde el año 1993 pregonó incansablemente que en la minería hubo un gran cambio a partir de establecer “una ley muy buena que realmente se ha respetado bastante y ha logrado que haya muchas compañías en el país trabajando en exploración y ya muchos proyectos en ejecución, lo que hace que tengamos una actividad productiva creciente, que genera requerimiento de mucha mano de obra. Cuando veo cómo aparecen nuevos proyectos o nuevos descubrimientos me halaga, me pone muy contento y pienso ¡qué bueno que una ley que se aprobó en 1993 por unanimidad por ambas Cámaras de nuestro Congreso siga vigente y mantenida como Política de Estado¡”.
No dejaba de asegurar que la ley de inversiones mineras, despertó una industria y lo hicieron pensando que se iba a desarrollar una nueva actividad en Argentina muy importante. Con mucho empleo, actividad económica, más recaudación de impuestos, convencido que las leyes anti mineras que surgieron en el país eran “reacciones en ciertas provincias a nivel político que se debe a una falta de formación, de conocimiento y a no saber realmente cómo funciona la minería; esa que trabaja en forma sustentable con el medio ambiente y la sociedad”.
Sobre las causas que Schamle le atribuía a la poca aceptación de esta industria, era un convencido que “el Estado y las empresas deben comunicar más. Pero también hace falta un mayor diálogo entre las partes involucradas en esta actividad” algo que aún no se ha logrado.
Podemos decir que, transcurridos más de diez años de estas apreciaciones, las empresas y el Estado no comunican a la sociedad como se debería hacer en forma habitual, sistemática y coherente. Por su parte el Estado sigue dando vueltas escapando a la imprescindible tarea de informar al soberano. Seguimos sin plan, sin metas y sin huellas. Se invierte más en sueldos de nuevos funcionarios y múltiples funciones y jamás desde la Secretaría de Minería de la Nación, se ha gestado una idea de cómo abordar el relacionamiento de una industria licita en una sociedad esquiva y beligerante.
En aquel reportaje Schamle afirmó “me imagino que en algunos lugares hay un problema de diálogo también quizás por falta de pro actividad”. Aconsejando su vieja fórmula de abordar las problemáticas sectoriales mediante “Adelantarse. Construir escenarios posibles, hablar con las autoridades locales en el Concejo Deliberante, hablado con el Intendente, con el Cura Párroco, con la Directora de escuela y los docentes; tratando de, primero que nada, explicar la actividad que íbamos a desarrollar, sin despertar muchas expectativas porque podía fracasar la exploración y en segundo término como pensábamos integrar la actividad a la comunidad, incorporando mano de obra local ó provincial, la generación de contratistas para las tareas auxiliares, como así también qué oportunidades de progreso le podía traer a la ciudad y a la provincia. Hubo diálogo con las organizaciones de la comunidad y que esa relación evite tener situaciones en donde hay que salir corriendo como un bombero a apagar un incendio cuando uno puede preverlo efectuando una gestión de relación apropiada. Sin dudas que hay que ser proactivos en forma permanente”.
Nos detenemos en estas últimas palabras, sabias y contundentes.
Claro que no fueron muy asimiladas por pares y sellos de goma. Los funcionarios actuales y muchos ejecutivos jerárquicos de las empresas mineras prefieren el método de “no hacer olas”, o si se prefiere “hacer la plancha”, de esta forma perciben el mismo salario que si se involucran en la problemática y se revierte la pasividad. Esa pasividad es la que llevó paradójicamente, que el Consejo Federal de Minería, COFEMIN, sea manejado por un exprofeso auto declarado “anti minero” y que su secuaz, sea quien delineó la ley prohibitiva a la industria que impera en Córdoba actualmente. Sin duda, el mundo al revés. Situación agravada por un secretario de Estado, como Alberto Hensel, que hace 18 meses está en funciones y lo único que hace es hablar, hablar y hablar, sin concretar nada. Deberían saber la historia de este empresario que reconocemos y recordamos hoy, y así, llenarse de una buena energía para beneficiar a la industria.
Por eso nos parece imprescindible resaltar la figura de un hombre como Walter Schmale. Quien dejó un legado a los mineros, no importa el lugar que ocupen dentro del sector, caracterizado por ser un espíritu de hacedor incansable caracterizado por ser luchador de mil batallas; esto debería servir como fuente inspiradora, aún más, cuando se carece de ideas innovadoras tendientes a decir algún día “tenemos una industria minera respetada y valorizada” socialmente.
Schmale, sin lugar a dudas, dejó miles de semillas desplegadas al viento. Muchas de ellas germinaron. Sin ir más lejos invitamos a analizar la vida del emprendimiento minero Cerro Vanguardia. Fuente de la transformación de una provincia, que hoy es minera 100 x 100. Que aquel sueño de una minería posible se multiplicó y es vigorosa en toda Santa Cruz.
Cuando recordamos a Walter, con los que supieron acompañar y nutrirse de sus conocimientos y compañías, siempre ponemos en valor su generosidad y la capacidad para lograr una conformación de equipo que trascienden las coyunturas.
Este hacedor permitió que otros profesionales que se desempeñan actualmente en la actividad, lo recuerden en forma permanente, no es diálogos, sí muchas veces en las acciones. Todos coincidimos en la inmensa necesidad de multiplicar su ADN en la industria. Asimilar enseñanzas y convicciones.
De eso se trata recordar y poner en valor la hidalguía de WSCH, dentro y fuera de las industrias minera y petrolera.
Por donde caminó dejó huella. Los memoriosos impediremos que sean tierra arrasada por la improvisación. Convencidos que diciendo e invocando su nombre y figura, seguirán aprendiendo y asimilando que las mejores enseñanzas son las que se reproducen a futuro desde la certeza y convicción que son respaldadas por intachables personas que nos antecedieron.
Diez años sin Walter Schmale. Se lo extraña mucho, no sólo por sus consejos y enseñanzas, también por esas caminatas implacables que compartimos en la plaza Libertad, y que fueron para aprender a valorar la vida, vencer los obstáculos que se aparecen y sostener valores que deben ser irrenunciables como la familia, la amistad y la humildad. Desde esta columna, enviamos un abrazo fraternal a toda su familia. No sólo fue un gran minero, es recordado por el amor incondicional que entregó como gran compañero, padre y abuelo.
Por Claudio Agustín Gutiérrez
Director de Prensa GeoMinera
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