Es el flamante Gerente General del emprendimiento minero Pirquita-Chinchilla que extrae oro y plata en la Puna Jujeña.
Es ingeniero químico egresado de la Universidad Nacional de Salta. Proviene de un hogar minero; su padre trabajó en Mina Aguilar y luego en Minera Alumbrera. Desde 2016 se radicó nuevamente en su provincia, tras haber acumulado experiencias en otras minas argentinas. En este emprendimiento estuvo cumpliendo funciones desde el año 2006 al 2008 como Superintendente de planta. Ahora, su formación y compromiso con la empresa le permitió, primero llegar a ser Gerente de planta y luego convertirse en el máximo responsable del yacimiento.
En un extenso diálogo con Prensa GeoMinera, este hombre se definió como “un producto directo de la industria minera” ya que desde chico supo convivir con la industria al haber vivido niñez y adolescencia en Mina El Aguilar. En este reportaje nos permite acceder a su pensamiento sobre la industria, cuenta en primera persona su experiencia personal y deja importantes enseñanzas y fortalezas que esgrime con orgullo minero.
¿Cómo experimentaste el reciente nombramiento?
CR: Al principio fue una sorpresa. Desde hace algunos años veníamos hablando de la posibilidad, pero eran solo ideas, propuestas que pueden ocurrir o no, y al final, se dio. La verdad fue una sorpresa para mí, no lo podía creer. Después lo asimilé y dije porqué no, si se puede dar, y acepté la propuesta, tras haberme desempeñado a cargo de la operación de la planta.
¿Cómo está conformada tu familia actualmente?
CR: Vivo en Jujuy nuevamente desde hace 5 años, estoy casado, tengo un hijo de 7 años. Con mi esposa dimos vueltas por la Patagonia, nos mudamos a Estados Unidos, volvimos al sur argentino, nació mi hijo y ahí decidimos volver para a Jujuy porque surgió la oportunidad de Pirquitas y estar más cerca de casa, ya que mi familia y mis suegros son de allí. Llegue a Cerro Negro (Santa Cruz) en el año 2010 cuando era todavía un proyecto en exploración, cuando era Oroplata SA y Andean Resources como la dueña del proyecto. Al llegar me tocó hacer estudio de factibilidad y la factibilidad. Luego Goldcorp compro el proyecto y de allí pasamos a la ingeniería y construcción de la mina. Estuve desde ese momento de etapa inicial de la mina hasta que entro en producción. Permanecí hasta 2014 y eso me permitió viajar por muchos lugares del mundo, conocer toda Argentina y otras operaciones. Estuve en la puesta en marcha de Cerro Negro. Ahí me toco hacer el diseño, trabajar con la construcción y la producción de la planta de procesos, que es donde tengo mi especialidad. Soy especializado en procesamiento de minerales. En Cerro Negro tuve la oportunidad de ver como se hace un proyecto desde todos los puntos de vistas: sociales, económico, técnico, es decir, discutíamos cómo nos íbamos a insertar en la sociedad, como íbamos a diseñar la planta, de la gente, como desarrollar la puesta en marcha. Toda esa etapa de planificación y conversación después se puso en ejecución y nos fue muy bien. Ahí estuve dos años en la etapa de producción y después surgió de nuevo la posibilidad de volver a Pirquitas.
¿Cómo fue esa convocatoria para volver a tu provincia?
CR: Me llamaron y me pareció una propuesta interesante. Estaban terminando Pirquitas, pensando en la oportunidad de sumar Chinchillas ya que todavía no había seguridad de que éste iniciara, pero por lo que había visto en el mercado y las proyecciones del precio de los metales, lo veía como algo que se podía dar, y tome la decisión de volver a Jujuy para tomar este nuevo riesgo. Una vez allá, terminamos Pirquitas.
Parecía que lo último que quedaba de Pirquitas era el peor mineral de la mina, pero nos fue muy bien. De hecho, logramos hacer que la empresa se sostenga casi por dos años con ese mineral, y después se aprobó Chinchillas, donde me tocó preparar la planta y todo el grupo para su puesta en marcha.
¿Cómo viene esa experiencia?
CR: Chinchillas es un yacimiento que tiene minerales muy buenos. Tenemos alrededor de 1.000 personas trabajando directamente con nosotros, entre la mina, la planta y demás áreas. El proyecto está superando todas las expectativas. Ya superamos lo que esperábamos cuando se hizo el estudio de factibilidad (en producción, en costo y en la cantidad de onzas que podemos hacer). El futuro es prometedor y de aquí en adelante nos puede ir muy bien. Hemos podido demostrar a la corporación que se puede hacer algo bueno, y ese es el espíritu de Chinchilla, hacemos las cosas de forma responsable y además de eso somos eficientes y predecibles, lo cual le da la seguridad a la empresa de que podemos lograr los resultados o hasta mejorarlos.
Tu historia tiene una parte interesante no conocida. Sos oriundo del Mina El Aguilar…
CR: Nací en Mina Aguilar y vivimos ahí. Mi papá trabajaba en el molino, era mecánico. Estuvimos allí hasta que cumplí 18 años, cuando terminé la secundaria. Vivíamos al lado de la cinta transportadora que llevaba el mineral desde la mina hacia la planta. Siempre hacíamos la broma en casa de que la canción de cuna nuestra era el ruido de la cinta transportadora. Siempre veía que mi papá llegaba a la casa con el casco-al mediodía a comer y a la tarde cuando terminaba su jornada - y me daba curiosidad, y decía que cuando sea grande quería ser como él, tener mi casco e ir a trabajar a la empresa. Fui creciendo y mi papá veía que me gustaba la minería y siempre me traía cosas y me mostraba como era trabajar ahí. Luego arranco Minera Alumbrera y mi papá se fue a trabajar allá, así fue como nos mudamos del Aguilar a Salta, donde puede estudiar en la Universidad. Mi papá, Cilverio Ramos, vive actualmente en Salta.
¿Qué decía tu padre de Alumbrera?
CR: Fue un gran cambio para él. Llego a Minera Alumbrera en 1997 cuando estaba empezando la mina. Se encontró con otra cultura de trabajo porque Mina Aguilar tenía una cultura de las antiguas empresas, todo más estratificado, con estructuras verticales, donde era muy difícil que un obrero llegara a hablar con el gerente. En cambio, con Alumbrera llegaba la minería moderna, donde todos llegan a trabajar y todos son iguales, formaban parte de algo muy importante. Y él sintió la diferencia. Recuerdo que llamaba por teléfono y me decía “esto es impresionante, estaba sentado comiendo y llegó el gringo -gerente general- y se sentó al lado mío. Sabía cómo me llamaba y yo temblaba de miedo porque me daba vergüenza estar con él y agarró mi mano y me dijo que me quede tranquilo que, si bien hacemos trabajos diferente por nuestro rol en la empresa, pero somos todos iguales acá”. Nos contaba eso y yo quería trabajar a un lugar así. Además, Alumbrera llegaba con toda la innovación y tecnología de la época. Era cosa que yo solo veía en las revistas de minería que mi papa sabia traer a la casa. Mientras mi papá trabajó allí yo pude ir a la universidad. Antes de terminar mis estudios, casi sin querer, ya tenía trabajo en Minera del Altiplano en Salar del Hombre Muerto, y ahí empecé con el litio. De allí luego me fui a Veladero. Recuerdo que el primer día fuimos a la trituración primaria y llegó un camión 793 a descargar en la trituradora y yo decía “ya, estoy donde quiero estar, esto es lo que quería hacer”, estaba impresionado.
¿Te cautivó la industria?
CR: Ahí es donde empezó el romance más fuerte con la minería y pude hacer mi camino. Me fascina lo que hace la industria, como transforma a la sociedad, como puede ayudar a un chico como yo que nació en un pueblo chico, estudiar y dar oportunidades.
Hay que reconocer la identidad cultural que existe en Jujuy y además a esa identidad se le suma la identificación del minero. No hay otro minero tan reconocido con la industria como el jujeño. Está en la sangre, ¿no?
CR: Jujuy tiene una historia minera de más de 100 años y tener esta oportunidad es muy gratificante. Yo sé, por comentarios de la gente de la empresa, que al enterarse de mi nombramiento se pusieron contentos de que sea un jujeño quien está cargo de la empresa. Lo ven como una demostración de confianza desde la corporación hacia los jujeños. Ese día recibí muchos mensajes de supervisores y operarios que decían estar orgullosos de que “uno de los nuestros” esté dirigiendo y que van a hacer todo lo posible para que nos vaya bien.
¿Qué interpretás cuándo escuchas a los anti minero, y esa despiadada oposición hacia la industria?
CR: Creo que pagamos por los errores que se cometieron hace muchos años y es muy difícil revertir esa imagen, no solo en Argentina, sino a nivel mundial. Tenemos algunos casos que afectaron mucho a la imagen de la industria. Lo último fue lo de Brasil con el dique de cola que se derrumbó y tapó un pueblo, y esas cosas hacen que la imagen de la industria sea mala.
Lo cierto es que esos casos son las excepciones. La verdad es que una empresa minería seria, cualquier corporación del mundo, lo que hace es ser socialmente sustentable y responsable. Entonces, hoy no hay empresa minera en el mundo que no haga las cosas como se deben hacer porque el mercado lo pide, los países donde pertenecen las casas matrices lo pide y el inversionista también. Hoy la empresa cuida a su gente, el ambiente, se preocupa por las comunidades en las cual opera y no solo es venir a extraer el recurso, hacer dinero e irse.
¿Podemos decir que sos el resultado de la contracara de lo que no se habla?
CR: Si, mi caso es un ejemplo. Yo nací y viví en un pueblo minero y gracias a la minería pude estudiar y hoy tengo la oportunidad de ser Gerente General de una empresa. Si no hubiera sido por la minería que me dio un sueldo, nos proveyó inspiración y oportunidades, no estaría donde estoy, hubiera sido otra cosa.
¿Cómo ves la transformación de Pirquitas? Otro mito que se derrumba es el tema de la mujer, porque supo llevar un programa de inclusión.
CR: Creo que el caso de Pirquitas tiene la oportunidad de demostrar que se puede hacer este proceso de trabajar empresa y comunidad juntas, y que se puede promover el desarrollo sustentable de las comunidades. La ventaja que tiene la mina es que posee varias comunidades alrededor, la influencia en ellos es directa, y manejar bien esa relación cuidarla para el futuro de las comunidades es importante, es una de los valores e la compañía. Es algo que si se hace bien va a ser un ejemplo y va a traer mucha experiencia en cómo se puede trabajar con responsabilidad. Ahora lo resultados son buenos también.
Nuestra relación con las comunidades es buena, nos apoyan y buscan la continuidad de la compañía. Entiende que esto es algo transformador y positivo para ellos, eso sirve y ayuda mucho. No podríamos operar y haber tenido Chinchilla si no hubiera sido porque las comunidades apoyaron a la empresa en el momento de iniciar el proyecto.
¿Cómo observas que es la incidencia positiva en las comunidades aledañas? ¿En dónde ves que hay avances?
CR: El acceso a la comunicación, primero. La zona es muy remota, entonces no es muy fácil tener comunicaciones. El hecho de tener un vecino grande en la zona hace que haya más infraestructura y eso ayuda a la gente a tener mejore conectividad, vías de acceso, como caminos, hace que si alguien necesita viajar por una urgencia la empresa con la comunidad trabajan juntos. En la cuestión de formación, la gente no solo aprende como trabajar en una mina, también se forma en bioseguridad, seguridad, cuidado del ambiente. Nuestras prácticas no solo le sirven en el trabajo sino en sus hogares. Eso les da una mejor calidad de vida y además pensando en el futuro, ya que si el yacimiento y la vida de la mina termina ellos pueden acceder a otros trabajos -incluso en la misma minería- y ser competitivos profesionalmente.
¿Qué ha significado la incorporación de la mujer en una cultura bastante dura?
CR: La incorporación de la mujer ha sido sobresaliente. Tenemos un 15% de trabajadoras mujeres y lo que he visto que es ayudan mucho a mantener un ambiente más armonioso de trabajo. Además de eso, hay mujeres que son muy capaces y pueden hacer cualquier trabajo. Muchas veces se asocia que la mujer no puede hacer trabajos pesados o que son más típicos del hombre, pero en realidad si lo pueden efectuar, la cuestión es que hay que dar herramientas para que puedan realizarlo. El hecho de tenerlas incorporadas hace que se brinde un ambiente más armonioso de trabajo, más tranquilo, y eso ayuda mucho al clima laboral. Tenemos una buena experiencia casi no tuvimos accidentes grandes y contábamos con mucha gente sin experiencia, y entre ellas, muchas mujeres. Ahí se demostró claramente que la mujer puede trabajar en la minería sin ningún problema y hacer un buen trabajo.
¿La sociedad lo valoró a esto? ¿Fue difícil lograr la incorporación?
CR: No fue difícil, la sociedad lo entendió y lo valoró. No hubo ningún comentario en contra. Lo aceptaron naturalmente, porque Pirquitas ya tenía mujeres y entonces era natural. En la última incorporación para el manejo de camiones el proceso fue muy simple, no hubo ninguna traba en eso y todas las personas que se contrataron empezaron a trabajar en las normales etapas de entrenamiento y después se pusieron en operación. La verdad que no tuvo ningún trauma, fue muy simple desde que empezamos la contratación hasta que llegamos a la operación. (Nota de la redacción: en enero de 2020 la empresa realizó la incorporaron 150 personas de las comunidades vecinas, de las cuales, 75 fueron mujeres que se entrenaron para manejar camiones pesados y maquinarias).
Es el único hecho significativo de la inclusión de la mujer en la actividad que se registra en el país de manera masiva en una empresa.
CR: Cuando decidimos poner en marcha Chinchilla recuerdo que en las reuniones la idear era esa, buscar muchas mujeres para demostrar que no hay diferencias y se puede ser igual o más eficiente, y los resultaron dieron. No hubo ningún incidente, nada que lamentar y ya no importa si es hombre o mujer. Toda la empresa tiene mujeres, desde el nivel más alto hasta el más bajo.
¿Cuál es tu perspectiva? ¿Qué podés llegar a agregarle a este momento de la empresa?
CR: Quisiera que la empresa pueda demostrar que puede ser un ejemplo en la minería nacional de cómo ser eficientes y sustentables en el tiempo. Poder mostrar que con las prácticas que nosotros hacemos se puede hacer minería de clase mundial, responsable, sustentable, y ser un ejemplo para los profesionales y las otras compañías del país y el mundo. El hecho de estar insertos en una zona con muchas comunidades de influencia hace que la experiencia que estamos armando pueda servir para otros proyectos en el país.
¿Qué proyección tiene de vida útil la mina?
CR: El yacimiento prevé su final para el año 2026. Existen posibilidades de ampliase, estamos en una etapa muy temprana de exploración. Hoy no podemos decir muchos, pero la idea es buscar algo para la continuidad. Recién estamos en las primeras etapas.
Estuviste en los Estados Unidos, ¿Qué hiciste relacionado a la actividad?
CR: Trabajé para el proyecto Cerro Negro en el estudio de factibilidad y la ingeniería de este proyecto. Estuve trabajando con la empresa que después vino a construir la planta de procesos, en la factibilidad y después, el diseño de la plata y la infraestructura para la mina Cerro Negro. Estuve allí casi 2 años diseñando la planta, planificando la puesta en marcha, viendo que más se podía hacer para esa puesta en marcha. Fueron años muy interesantes desde el punto de vista técnico y de formar una visión más integral del negocio. Pude participar de reuniones muy importantes, aprender cómo se pone en marcha una empresa, cómo eso cambia las sociedades, cómo nos íbamos a insertar en Santa Cruz y cómo íbamos a manejar la relación con todas las partes interesadas.
¿Cuál sería el resumen de tus casi 20 años de historia como profesional?
CR: Fueron años de cambios y mucho crecimiento, aprendizaje y fortalecer la confianza. Cuando yo terminaba la universidad decía que no sabía si iba a poder hacer esto y fui aprendiendo. Recuerdo que decía que si dejaba de aprender y de sentir que estaba creciendo era el momento de irme a otro lugar. Así fue como empecé a mudarme por varios lugares.
¿Qué te dijo tu padre cuando le dijiste que eras Gerente General?
CR: No lo podría creer. Cuando era chico, solíamos ir al campo en Humahuaca y mi abuelo arrancaba árboles, los Churquis, que tienen muchas raíces. El los arrancaba porque sembrábamos y quedaban unos agujeros grandes. Mi papá se acordaba justo de ese día y me contaba que yo solía meterme dentro del agujero que dejaba el árbol, armaba un PIT y con las piedritas jugaba. Mi papá me dijo “pensar que así empezaste y ahora mira dónde estás”. Se emocionó mucho.
¿Qué mensaje le dejarías a todo el sector minero y a la comunidad?
CR: La minería tiene la posibilidad de transformar. No solo transforma algo que viene de la tierra en algo con valor que después sirve para la sociedad, además puede transformar a la sociedad misma. Puede generar transformación para las comunidades, los gobiernos, y las mismas compañías.
La minería puede mejorar la calidad de vida de la gente que vive cerca de las empresas y las provincias en las cuales se inserta, porque es una industria que tiene esa posibilidad, especialmente porque tiene que ir a lugares remotos donde es más difícil acceder. Y eso hace que la minería tengo una gran oportunidad de transformar una sociedad, y si un país quiere crecer, tiene que apostar a esta clase de industria porque transformar a la sociedad desde adentro, no solo desde el movimiento de dinero, sino también creando un cambio cultural y una forma que puede generar oportunidad de crecimiento para las comunidades.
¿Qué rescatas de la formación y el rol de la universidad donde egresaste?
CR: Nuestra calidad educativa es muy buena, de muy buen nivel. Ahora estoy haciendo un Máster en la Universidad de Bridge, Columbia, de Canadá, y puedo decir que las bases que tengo de la universidad me sirven para lo que estoy haciendo ahora sin ningún problema. Si creo que la universidad necesita crear un vínculo más fuerte con la industria, para que los profesionales que se forman sean lo que la industria necesita y que la inserción sea más fácil para generar valor en la industria.