Dr. Ing. Marcelo Bellini (*)
Desde fines de noviembre de 2020, se suceden distintas noticias y debates en torno al proyecto de ley Nº 128/20, que impulsa la Zonificación Minera en la Meseta Central de la provincia de Chubut.
Asociaciones médicas, ONGs, prestadores turísticos, guardaparques, biólogos, profesores de historia, sociólogos, politólogos, docentes e investigadores de diferentes áreas de conocimiento, sindicatos, obispos y sacerdotes, trabajadores mineros, petroleros y de la construcción, dirigentes políticos, entre otros, se han manifestado reiteradamente a favor o en contra del proyecto, argumentando cada uno de ellos diversas razones, justificaciones y fundamentos.
Ante este profuso intercambio de opiniones, en su mayoría encontradas, es que se me ocurrió reflexionar (por escrito) acerca de muchas de las afirmaciones que se han leído o escuchado en estos últimos meses, particularmente aquellas vinculadas al quehacer minero, sus procesos y operaciones y las posibles consecuencias que trae el desarrollo y explotación de una mina.
Imagine usted, lector, que tiene un dolor persistente en una de sus rodillas. Seguramente acudirá a consultar a un médico, de preferencia un traumatólogo, quien, en base a sus conocimientos, y quizás estudios previos, le diagnosticará su dolencia y lo medicará conforme ese diagnóstico.
Otra posibilidad, es que usted deba completar documentos contables ante la AFIP, (balance, declaración jurada de ganancias), en cuyo caso requerirá los servicios de un contador.
Y si tiene algún problema con el auto, y usted no conoce mucho de mecánica o es un problema complejo, seguramente deberá concurrir a un taller mecánico.
A partir de estas supuestas situaciones, y otras más que los lectores puedan o quieran imaginar que suceden (o pueden suceder) cotidianamente en diferentes ámbitos de nuestra vida, observamos que, en cada una de ellas, interviene una persona común, como cualquiera de nosotros, y un profesional o un técnico vinculado al campo del saber o disciplina afín con el problema. Cabe entonces formular las siguientes preguntas:
¿Ante un problema de salud, recurrimos al conocimiento adquirido por un especialista en informática? Obviamente la respuesta es no, pues para eso están los profesionales médicos, quienes se han formado en una universidad y se han preparado en un hospital, clínica o sanatorio para ejercer su profesión.
¿Si nos enfrentamos con un problema legal, pedimos el asesoramiento de un técnico en refrigeración? Nuevamente la respuesta es obvia. Consultamos o contratamos los servicios de un abogado, quien también egresó de una universidad.
Y podríamos seguir con numerosos ejemplos y variantes.
Entonces, ahora me pregunto y les pregunto: ¿Por qué cuando se habla o se explica algo sobre los procesos habituales en minería, no se considera apropiado o certero lo que geólogos o ingenieros de minas hemos repetido hasta el cansancio? ¿Es que no nos hemos formado en universidades? ¿Acaso no hemos desarrollado técnicas y procesos a la par de la evolución de las tecnologías? ¿No somos conscientes del cuidado del ambiente que nos rodea?
¿Los docentes e investigadores que hoy trabajan en diferentes universidades y centros tecnológicos donde se estudian los procesos y proyectos mineros, carecen de los conocimientos adecuados? O será que estamos tan concentrados y empeñados en dar lo mejor de nosotros para que la minería sea cada vez más sustentable técnica y ambientalmente, que no nos damos el tiempo suficiente para responder, desde la academia y la ciencia, algunos de los tantos desvaríos mediáticos surgidos en estos últimos tiempos con respecto a la actividad, a sus procesos, a los reactivos empleados y, puntualmente, con respecto al proyecto de zonificación y sus implicancias sociales y económicas para un reducido grupo de pobladores de la meseta central de Chubut.
Reducido, sí, pero no por eso merecedores del olvido y, en ocasiones, hasta del desprecio de sus propios comprovincianos, que no escuchan su reclamo y necesidades. Necesidades de trabajo, de una calidad de vida mejor, de evitar que sus hijos abandonen el lugar donde nacieron en busca de mejores horizontes, lo que trae aparejado desarraigo, despoblación y el presagio de una lenta agonía de quienes resisten en los inhóspitos Gastre, GanGan, Telsen, Paso de Indios, Lagunita Salada y tantos otros poblados o comarcas que se han manifestado abiertamente por un SI a la actividad minera.
Desconocen, quienes recrudecen permanentemente con sus falaces argumentos anti mineros, que no sólo esa zona de la provincia y sus habitantes se verá beneficiada con un proyecto minero. Toda la provincia verá crecer PyMES, fuentes de trabajo alternativas, desarrollo de proveedores locales, posibilidades de formación en técnicas y oficios demandados por la minería, acceso a buenos salarios, educación, vivienda, salud, esparcimiento y modo de vida de calidad.
También hay que reconocer que es muy fácil decir NO a la minería cuando se trabaja cómodamente desde una oficina cuyos ventanales miran al golfo San Matías, gozando de calefacción en invierno y ventilación en verano, percibiendo puntualmente un salario y con la garantía que da un trabajo estable.
Por eso, mi reflexión final, es, para todas esas personas, o grupos de personas, que libre y democráticamente se expresan en contra de una actividad industrial legal y lícita: la minería no es ni mejor ni peor que la industria petrolera, el turismo, la agricultura, la pescao la ganadería. Cada una de estas actividades tiene sus ventajas, sus riesgos, precauciones, técnicas, procedimientos y cuidados. Agrego que la minería también tiene legislados sus controles y sus pasos previos a su total desarrollo, quizás como no lo tiene otra industria. Chubut debe desarrollar la actividad minera como muchas otras provincias argentinas lo han hecho, junto con la industria, el comercio, el turismo, el petróleo, la industria pesquera, la agricultura, la ganadería, y cualquier otra actividad que signifique progreso, trabajo y bienestar.
A partir de los conocimientos académicos, tecnológicos y científicos, que me enseñaron quienes fueron mis profesores durante mi paso por las aulas universitarias, siento que tengo el deber de expresar,con humildad, que tanto los colegas geólogos, como quienes decidimos abrazar la profesión de Ingenieros de Minas, basándonos en lo que conocemos y estudiamos, pretendemos llevar tranquilidad a la sociedad, tratando de explicar de manera sencilla sobre una actividad que conocemos y de la que tenemos saberes: Minería.
(*) (Profesor Titular Fac. de Ingeniería UNSJ