Por Carlos Saravia Frías (*)
Corría el año 2003, y una incipiente actividad minera (a gran escala, para usar términos apropiados) se insinuaba en el horizonte como alternativa económica en nuestro país. Un grupo de fanáticos anti-mineros, principalmente de Esquel, iniciaban una tarea de demolición de nuestra actividad, con frases hechas tales como:“No a la minería”;“Si a la vida”; “La minería contamina”; “El agua es vida”;“La minería es muerte”, y tantas otras vacías de contenido científico; pero repletas de mensajes subliminales.
Poco tiempo después una ley limitaba (por no decir, prohibía) la actividad minera en Chubut y se iniciaba un largo periplo, de comportamientos pendulares de la sociedad frente a nuestra actividad, replicándose esta situación en 7 provincias e incontables municipios, con leyes abiertamente inconstitucionales, avaladas por Tribunales de Justicia Provinciales (i.e.Córdoba y Mendoza) con sentencias de poco y dudoso sustento jurídico.
A pesar de todos estos contratiempos, el sector minero, nunca perdió la cordura. Se mantuvo en su justo medio, explicando su postura y tratando de “convencer” a la sociedad, con información veraz, científicamente sólida, y por sobre todas las cosas, con buena fe.
A primera vista, pareciera que esto fue una gran derrota, una pérdida de tiempo; sin embargo, el péndulo empieza a volver a su centro (de donde nunca tuvo que salir) y nos encontramos en un nuevo punto de partida. Si, pasaron casi 20 años y nos encontramos ante un nuevo inicio. Lo demuestra el comportamiento del sector minero, liderado en este caso por la empresa Yamana Gold, que ante actos vandálicos (¡prendieron fuego a sus oficinas en Andalgalá, con sus empleados adentro!) denunció tamaño atropello ante la justicia, como corresponde en un estado de derecho.
Solicitó que se aplique la ley penal (prevista para estos casos) y recibió como contrapartida el lobby del gobierno provincial para que se liberara a los detenidos, provenientes de un sector de extremistas anti-mineros. Estos últimos fueron avalados por el gobierno, convencidos de que pueden imponer sus condiciones, haciendo caso omiso a un marco normativo que pareciera haber desaparecido de hecho de nuestro sistema institucional (¡Si se despertara Alberdi!).
Pese a todo este descalabro, el sector mantuvo el apego irrestricto a la ley y el respeto por las instituciones. Este es el gran aporte para la sociedad argentina, hoy tan castigada por su propio des-gobierno Nacional: a pesar de todas las adversidades esta industria siempre respetó y respeta las instituciones, camina la senda de la honestidad y el trabajo digno, con la ley en una mano y en la otra la verdad. A no bajar los brazos mineros, que el péndulo vuelve y con fuerza. ¡¡¡Salud mineros!!!
(*) Abogado. Ex secretario de Minería de la Nación