ARGENTINA | 21 de Noviembre de 2024
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21 de Noviembre de 2024
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BUENOS AIRES

Llegó la hora de hacer y ser diferentes

La pobreza en nuestro país es la pandemia constante que ningún gobierno supo revertir desde 1983 hasta el presente. Por eso es un tema que debe ser tenido en cuenta por todos los argentinos, ya que, en diferentes niveles, la responsabilidad es de todos.



Los datos del INDEC que permitieron informar de la existencia de una 42 % de pobres en Argentina marca sin dudas la imprescindible necesidad que la pobreza, junto a la desocupación y el acceso a la salud constituyen los déficit más dolorosos que como nación padecemos.
Las frías estadísticas no nos deben limitar a ser simples observadores afectados. Debería impulsar el necesario abordaje de soluciones. Para llegar a ello debemos involucrarnos. Ya existen en nuestros medios de comunicación demasiados relatores de lo que pasa. El pueblo necesita que, de una vez por todas, los más, sin distinciones ideológicas y sin banderías partidarias, confluyan en una mesa que defina con claridad ejes que se conviertan luego en la construcción social de caminos y cimientos que nos permitan enfrentar un rumbo que tuerza la tendencia.
Pobreza, desocupación y falta de salud son tres condenas que hoy padece un gran porcentaje de ciudadanos. Esto significa sin lugar a dudas que Argentina posee ya un futuro empeñado. Una condena para las generaciones futuras que verán empeoradas sus vidas si hoy, cuanto antes, no se hacen profundos cambios de las raíces. Este presente generarán más y más desprotegidos.
Muchos argentinos no poseen en sus manos las soluciones a los grandes males que ´padece la nación; pero sin cuestionamientos pondrían sus manos y sus anhelos para ser parte de ella. El hambre, la falta de oportunidades y la exclusión no distingue credos ni arraigo culturales, se lleva puesto todo lo que encuentra a su paso.
Esto no se soluciona con comedores comunitarios; planes sociales; campañas de ayuda o misiones religiosas. Se necesita coraje para emprender cambios estructurales capaces de dar a luz nuevas huellas que permitan arribar a destinos diferentes. Se acabó el tiempo de grietas. Llegó la era de la conversión de falsos enunciados.
Nuestro apocalipsis es que el conjunto de la sociedad argentina no comprenda que estamos en un apocalipsis. Esto no se soluciona con un iluminado ocasional, esta realidad debe tener consensos, renunciamientos y credibilidad.
Ya no sirven los cánticos pegadizos ni eslogan marquetineros. El imperativo de este presente es comenzar a gestar el cambio desde los que entendamos y coincidamos que no va más.
No podemos como país seguir postergando un desarrollo armónico que permita el arribo de soluciones.
El 42 % de pobreza es el anuncio de que debemos sumar para poder restar.
La pobreza duele. Miremos a nuestro alrededor y concienticemos que de diez compatriotas que están a nuestro alrededor, cuatro son pobres y de ellos dos tendrán serios o inconvenientes de llevar el alimento a sus casas.
Mientras eso sucede, hay quienes establecen estrategias de grandes proyectos e inversiones incalculables.
Por eso llegó la hora de priorizar, proyectar, pactar, sincerar y solucionar, sin recetas mágicas. Sin atajos.
Nos da la sensación que llegó la hora de intentar lo que hasta ahora no hemos sabido construir.
Debemos combatir la pobreza con contundencia. Valorando la opinión del otro y sin perder tiempo, ya que el tiempo de descuento está corriendo.
Como industria deberíamos hacer algo sin pensar tanto en el negocio: Priorizando que, sin recurso no hay empresa y sin empresa no existe trabajo. Quizás llegó la hora de romper con la búsqueda infructuosa de encontrar ventajas en el ombligo y comenzar pensar en voz alta portando un mensaje que contribuya a encontrar soluciones. Callarse significa cometer un verdadero pecado social.
Llegó la hora de hacer y ser diferentes.

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