ARGENTINA | 03 de Mayo de 2024
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03 de Mayo de 2024
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BUENOS AIRES

La cultura de la comunicación en minería metalífera: “cómodos” y “alternativos”

Por el Mgs. Mario Palma Godoy (*)

Me han desafiado para reflexionar acerca de cómo comprendo el lugar que ocupa la comunicación social y la información en la actividad minera metalífera. Me surge inicialmente advertir que existe una “cultura” de la comunicación y comunicadores en el campo de la minería metalífera, que se distribuye en distintas escalas y stakeholderes de todo tipo. Digo así desde el científico social hasta el periodismo especializado y el informador local que recibe pauta de una empresa.

Pensar en términos culturales de transmisión de contenidos
acerca de lo que se piensa y actúa en torno a la minería
metalífera, seguidamente supone no prescindir de experiencias propias cruzadas por el pasado inmediato, el contexto actual y mi lectura de los escenarios de futuro deseado. Escenarios de prácticas e interacciones en que la
diversidad ideológica de los juegos de intereses, me permite
unificar y diferenciar un “modelo” de comunicación en el campo de la minería metalífera.

En consecuencia, informar y comunicar sobre minería desde el interior de las relaciones capitalistas, implica en mi perspectiva, asumir que el paradigma dominante de comunicación, se siente cómodo con la “anti minería”. Es decir, nos movemos –casi siempre- entre la defensa de los “pro” ante los “antis” y visceversa. Dos forma teóricas que dejan poco espacio para hacer una comunicación crítica de la
actividad, sin negarla en su identidad y sus contradicciones.

Un rápido inventario de las formas visibles que asume el
enfoque de comodidad “pro” es mostrarse extremadamente
defensora, promotora, reactiva y acrítica de los errores. Aquí militan los especialistas de Comunicación en las áreas de RRCC y/o RRII de las empresas, los cursos de expertos de distinto calibre “pro”, la pauta paga en medios de comunicación escrita, tv, digital, las revistas y diarios especializados a nivel nacional. Todos buscan incidir a nivel de comunidades de impacto, a niveles provinciales, nacionales y/o internacional. Se deben incluir también en distintas escalas la comunicación de eventos de minería y sus bondades; y por supuesto la información paga y no paga en las redes sociales a través de ejércitos de community managers.

En el enfoque de la comodidad alternativa (“anti”) se encuentra la comunicación técnico científica, principalmente de cierta forma de hacer Ciencias Sociales. Esta cala fuertemente en los académicos y sectores de izquierda tradicional; también se registran los manuales de Comunicación Estratégica y las redes sociales en todo su potencial creador de sentido común. Curiosamente, pareciera que con más se hace menos (enfoque de la comodidad “pro”) y con menos se hace más (enfoque de la “comodidad alternativa”. En efecto, es sorprendente como esta forma teórica, prescinde ideológicamente -por ejemplo- del sujeto actor encarnado en movimiento obrero de la actividad, en el rol de las burguesías regionales en la formación de proveedores y construye así hipótesis científicas desde el sentido común sin dominio empírico de los sentidos vividos por los colectivos sociales.

En definitiva, infinidad de formas, soportes y toneladas de U$D, son superados por el enfoque de “la resistencia” y el reclamo de los que venden comunicación desde adentro y desde afuera de la actividad que asumen la “falta” comunicación; “que se informa mal”, “que hay ruidos en la
Comunicación”, “que se comunica poco y mal”, “que hay que
mantener el perfil bajo”, etc.

Para los que vienen leyendo hasta aquí, permítanme irritarlos
metodológicamente un poquito más, siempre con el propósito
de cualificar el debate en y sobre la industria. Desde hace un tiempo, vengo insistiendo en el hecho de que parte de los problemas de imagen de la industria, es consecuencia de un problema estructural de mala asignación de recursos de todo tipo. Uno de los recursos deficitarios es precisamente la falta de planificación en materia de comunicación. Los críticos dirán no se puede planificar por que la realdad cambia
diariamente, yo diría la planificación no debe ser reactiva y
defensiva a la realidad, sino tiene nada que ocultar y sí mucho que mostrar.

Planificar, en la industria no debe quedar reducido al proceso
productivo, y este desconectado de lo que se debe comunicar
sobre el proceso productivo y su impacto ambiental, social y
económico en un territorio específico. NO es un tema menor y es un silencio desde dentro de la industria. Sé, que es muy
difícil ser coherente y sobrevivir en el intento de informar y comunicar, en una empresa todo dependerá de la apertura
mental de los cuadros gerenciales. En muchas ocasiones
monstruos gigantes de la minería prefieren maquillar la comunicación sin trabajar para construir credibilidad y confianza.

En la perspectiva del Estado, por ejemplo, todo dependerá
siempre de los condicionamientos que impone el propio
desconocimiento de cómo funciona la industria y los proyectos u operaciones concretas. Allí, la ausencia de análisis técnicos de los estudios sociales (donde aparecen los mapas de medios de comunicación casi siempre) limitan en gran medida qué comunicar y cómo, por ello no es raro, que la ausencia de dominio técnico sea remplazada por funcionarios que hablan desde el enfoque de la “comodidad”.

No excluyo en esta primera mirada, que expongo al debate, la importancia de comunicar los resultados de las formas e
imágenes e identidades empresariales, pero veo ausencia en
la producción de contenidos desde adentro. ¿cómo se vive la
cultura de los trabajadores mineros?; ¿cómo se estructuran
las áreas técnicas en sus rutinas?, ¿cómo se aplica la ley 24.585 en materia de información y consulta?; ¿Cómo
interpreta y actúa el estado, las empresas y comunidades el Convenio 169 de la OIT?; ¿cómo se comunican los monitoreos anuales?; ¿cómo se abordan los incidentes
ambientales y de seguridad?; ¿cómo es la calidad de vida e los proveedores locales?; ¿cómo le cambia la minería la vida a la juventud en las regiones mineras históricamente desiguales?. etc. etc. no veo una agenda alternativa crítica y superadora de las formas de la “comodidad”.

En definitiva, si pudiera soñar, diría que se trata de una
industria lícita, ambientalmente profesionalizada e invisible en su potencialidad de aportar a la ciudadanía; una industria que económicamente tiene mucho más que podría aportar y redistribuir y que no tiene nada que ocultar. Eso sí, debería de salir de la comunicación defensiva y mostrar la cultura del fondo para instituir un paradigma de la minería crítica que es la que en definitiva producirá mejora de asignación de recursos y exigiría al enfoque de la “comodidad alternativa” cualificar sus categorías y hacer campo “desde adentro” y sobrevivir entre los que hacen buena minería y no compran maquillaje comunicacional.

(*) Antropólogo. Académico y consultor de empresas
en RSE y Licencia Social.

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