Para atacar a los periodistas que no adulan
al poder de turno aparecieron en escena. Por Claudio Gutierrez:
Definición: “Hombre castrado, en especial al que se destinaba, entre los orientales, a la custodia de las mujeres del harén”.
En este caso son mercenarios que escriben con el solo fin de denostar a quienes piensan distinto a las acciones que emprende el actual secretario de Minería de la Nación, Alberto Hensel.
Da toda la sensación que al funcionario sanjuanino no le gustan las críticas o las versiones que lo contradicen. Por esas cosas de no saber cómo enfrentar la realidad de los hechos cotidianos en su gestión pública, opta por mostrarse cómodo con tener supuestos escribas que lo adulen y ensalcen desde el anonimato, pero con una característica que sería muy anti ética y delictiva, ya que lo harían usufructuando y actuando desde la esfera oficial mediante opinadores anónimos o defensores inexistentes que escriben a favor de la gestión actual de la minería oficial.
Tan básicos son estos eunucos del poder de turno, que no sólo se esconden en las tinieblas de nombres falsos e inubicables, sino que defienden al funcionario desde sus lamentables estructuras paraoficiales. Tal es el caso de Clippingminero. Un portal que desde junio del año 2018 difunde noticias mineras y que, hasta junio de 2020, no existía un nombre propio que lo identificara. Solo, un teléfono que casualmente, muy casualmente, lo ligaba a un número de línea perteneciente al Ministerio de Producción y la Secretaría de Minería.
Pasemos en limpio.
Cuando en junio decidieron que clippingminero sea una especie de gladiador anónimo a favor de la gestión Hensel, y que fuera denunciada en algunos medios independientes, el ataque fue mediante una nota firmada por Javier Rojas. Enseguida se supo que el verdadero Javier Rojas no lo había escrito. Se comunicó con diversos medios para asegurar que él no era y que le había sacado su identidad para tal hecho delictivo por cierto.
La pieza, que solo fue publicada por Clipping, había sido difundida desde quien hace prensa en la Secretaría de Minería, Juan Ignacio Ibarra, y en cuyo contenido se agraviaba con exabruptos y comentarios xenófobos al director de un medio de Santa Cruz, El Observador Central.
Pese a la exposición pública del hecho en diferentes medios y a las advertencias verbales a los escribas de esa nota que eran, y siguen siendo, empleados del área minera nacional, no revieron su conducta y fueron por más.
Negaron a la vez que ellos no habían difundido esa nota que defendía a su jefe, aunque se le expresó que se pudo comprobar que así fue. Tampoco hicieron efectivas las disculpas o aclaraciones que le iban a realizar al director de ese medio santacruceño.
Pese a ese lamentable suceso, se emprendió un ataque difamador a Prensa GeoMinera y a otros profesionales del medio, nota desde la cual agredieron, ofendieron, mintieron, distorsionaron la realidad y menospreciaron con injurias la labor periodística que desde el año 2002 desarrollamos en Prensa GeoMinera y quien escribe, su director.
En cambio, tras los reclamos y las denuncias periodísticas la página eunuca ahora figura con un responsable enunciado en su página: Nicolás Casanova. Un empleado que, según su curriculum vitae, desde el año 2010 y hasta el año 2019 cumplió funciones en la Secretaría de Minería de la Nación. Qué casualidad.
Además, tomaron como “operativo limpieza” borrar el contracto telefónico del portal que los ligaba directamente a la secretaría que hoy dirige Hensel. Pero… Casanova olvidó quitar ese número de contacto de su CV que posee en Lindekin que coincide con el que se detallaba hasta el pasado mes de junio en el portal. ¿Otra coincidencia?
En poco tiempo demostraremos que no es casualidad. La justicia hará lo propio cuando muestren los IP de las computadoras, la ubicación de los server, los nombres de los involucrados en la carga del material y la identificación de los dispositivos móviles desde donde se denigraba gente por no pensar como casualmente, ¿Hensel o sus escribas piensan que los delitos cibernéticos caducan o desaparecen?
¿El secretario sabía de estas atribuciones y bajezas de su personal cercano? ¿Se molestó por averiguar quién difunde calumnias que lo involucran?
¿Nadie le advirtió que había personajes misteriosos, inexistentes y desconocidos haciendo defensa de su gestión pública?.
Como se imaginarán hay mucho más, pero lo dejaremos para otras entregas y para las diligencias judiciales oporttunas. Sin duda las preguntas y las respuestas que se deben suministrar son infinitas. Las dudas sobre su accionar también.
No obstante, otros afectados, “como el pelado sindicalista” o “el mercenario vocero sindical del sur” apuestan a descartar que, desde su supuesta hombría de bien impulsará averiguar, y en el mejor de los casos dar explicaciones, que hasta ahora no sucedieron.
Sabemos que el funcionario no recurre a la sabiduría básica de la comunicación oficial, esa que sugiere ofrecer conferencias de prensa y no sólo conceder reportajes a prensa de la denominada “amiga”.
Conferencia de prensa significa trasparencia, aceptar los desafíos de un canal de interacción que democratiza el mensaje y no permite establecer parámetros de exclusión o indiferencia hacia algunos medios en favor de otros.
Hensel debe comprender que es un funcionario federal y ya dejó de ser un ministro provincial.
Además, debe enfrentar esta situación con moralidad y precisión si es que quiere despejar dudas sobre su posible participación, aceptación y beneplácito a este tipo de situaciones. Esta actitud insinuaría que quiere someter a un medio y sus periodistas; los cuales poseen trayectoria, honradez y ética profesional dentro de esta industria y en el desempeño de su vida privada. No somos perfectos, pero lejos estamos de ser cómplices de delitos.
Podrán no gustar las palabras de estas páginas. Podrán no satisfacer los análisis y la trayectoria de estos escribas. Pero jamás hubo apreciaciones personales, agravios e injurias. Como las que nos dedican desde ese portal de eunucos que no dan la cara, no firman sus notas con nombre y apellido; no posen teléfonos y direcciones no apócrifas. Todo se sabe.
Pero tranquilo muchachos. La justicia es lenta pero llega. Las huellas quedaron muy marcadas en todo lo que han tocado. Ya no hay tiempo de borrarlas. De esas que están promoviendo desde algún estrato un puñadito de eunucos que ofrecieron sus intimidades por unos pocos emolumentos que muy lejos los ubican de hacer periodismo y muy cerca de ser resentidos que no saben poner sus verdaderos nombres, defender ideas y demostrar lo que alguna vez quizás fueron, antes de ser eunucos de un “macho del poder de turno”.
Llevamos veinte años escribiendo con identidad periodística. Hemos atravesado en este tiempo siete secretarios de minería y nueve presidentes distintos. Hemos Escrito más de 5.000 notas editorializadas. Tenemos curriculum profesional. Poseemos algunos encontronazos públicos y privados que son parte de la historia. Pero, ahora, llegó una instancia que deberá investigar la justicia, la oficina anticorrupción y descubrir en este lapso las leyes que aplican.
Mientras todo eso sucede, seguiremos escribiendo. Aunque haya algunos que se molesten y les duela.
Seguiremos militando esta industria sin someternos a ningún sello de goma, ninguna provocación y por supuesto, disfrutando de la contundencia de la libertad, la trasparencia y la dignidad, esa que algunos no poseen.
Lo peor de todos es saber que los eunucos existen por la propia debilidad del que los contratan. Antes, para que no fecunden a sus mujeres; ahora para llevar a la práctica la incapacidad de no enfrentar la crítica ni poder tener la valentía de responder en forma personal. En cambio, sí hacerlo, mediante personajes rastreros, obsecuentes y delictivos que se mueven muy bien en la oscuridad que puede ofrecer una estructura paraestatal.