Pese a las duras enseñanzas de la historia, a las empresas que pretenden revertir la prohibición minera en la provincia de Chubut les cuesta asimilar sus aciertos y errores.
Las compañías parecen empeñadas en insistir con métodos que provocaron más traspiés que ventajas. Todos saben que el mejor aliado de las mineras son sus interminables disposiciones económicas, casi como un barril sin fondo, en este caso, billeteras.
Partamos desde un principio. Nunca se realizó un análisis profundo de los que sucedió en Esquel. El nacimiento del “No a la Mina” no fue una casualidad ni el impulso de fuerzas económicas internacionales que apoyaron la causa. Eso vino después.
Esquel significó el “cacerolazo” social hacia un sector industrial “miope, sordo y que juega al distraído” como se presenta en sociedad la minería. Siempre con un mismo denominador común: buscar que un tercero lo defienda.
Por eso, ante esta realidad que se experimentaba hace 17 años en la comarca andina del este chubutense, no hubo jamás una sola inversión que se enfocara en contratar profesionales que le de un tratamiento multisectorial para poder entender este fenómeno. Lo que después, con el correr de los años, hiciera efecto en Famatina, Jáchal o Andalgalá, por ofrecer algunos lugares.
Cómo será, que el tema del conflicto a la industria le aterraba que, Meridian Gold, ex propietaria de “El Desquite, hoy Suyay”, antes de vender sus derechos a Yamana Gold, mandó a pérdida los 300 millones de US$ que le había costado el proyecto cuando se lo compró al grupo Tanoira en el año 2002. O sea, cuando compró Yamana la totalidad de la empresa Meridian, ésta rápidamente volvió a poner en valor de mercado el lastre del yacimiento ubicado en Esquel, obteniendo de esta forma, una mejor cotización a sus activos.
A pesar de los buenos negocios, no hubo un análisis profundo ni una certera inversión profesional para entender lo que sucedió. “El Desquite o Suyay” si lo prefiere, lleva 17 años prohibido por decisión social. A pesar de los esfuerzos, de poseer empleados en la zona, nuevas organizaciones pro mineras o profesionales contratados para hablar de las bondades, nunca se pudo remediar el quiebre social.
Por otro lado, el proyecto Navidad, que fue adquirido por Panamerican Silver en el año 2009 y tampoco supo encausar un relacionamiento, en este caso a diferencia de Yamana, PAS posee la licencia social necesaria para lograr convertir en mina su proyecto.
El serio inconveniente de Navidad son los desequilibrios emocionales de la psiquis de la clase política de Chubut. A este diagnóstico se le debe sumar que en los primeros ocho años la empresa minera no supo comprender, o no le interesó, acceder al camino necesario que se debe recorrer si realmente se desea concretar la explotación.
La empresa contaba con dinero, pero jamás elaboró un plan racional para el abordaje de las relaciones públicas, simplemente un puñado de buenas intenciones, por darle un calificativo.
Es cierto que PAS, tras profundos cambios organizativos, cambio su relacionamiento con la sociedad y generó masa crítica genuina dentro de los habitantes de las localidades más cercanas a lo que sería el área primaria de impacto. Una profundización del entramado social permitió que aparecieran puentes de diálogo y acercamientos más genuinos. Esta actitud reacomodó a la compañía y oxigenó el comportamiento. Pero nada ni nadie es perfecto.
Los errores de PAS fueron y siguen siendo la selección de personas para que hagan palanca por su postura. La falta de comprensión de cómo funcionan los diferentes sectores que componen la sociedad de Chubut, la obligaron a cometer errores garrafales, que, en lugar de ayudar, los hundía.
Por citar un denominador común de los yerros, contrataban intermediarios que sólo vendían y aún ofrecen, espejitos de colores. La aparición esporádica de redes de profesionales inexistentes jurídicamente o gremialistas que venden servicios y pertenecen a otras provincias. Tampoco faltaron voceros de otras latitudes que difundan lo bueno de la minería y sus bondades. Como si fuera poco, se llegó a armar en Puerto Madryn una bolsa de trabajo que nunca funcionó y los expuso socialmente.
Algunos señalan que son cuestiones de “ingenuidad”. Para otros “manotazo de ahogado” y algunos de “tiempistas”. Mientras todo eso se realizaba, el tiempo pasaba, el proyecto no se concretaba y la financiación de estas acciones no cesaba. No obstante, la tenacidad de PAS se sustenta en sus convicciones y decisiones en alcanzar las metas u objetivos. Que son nobles, pero se confunden por aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”.
Decíamos que hubo un cambio de aproximación, lo cual es contundente. Hoy persisten expresiones genuinas que son producto de los aciertos. No obstante, todo lo bueno es obnubilado por el acercamiento de personajes impresentables que ocupan espacios mediante el financiamiento de la empresa.
Llegó la instancia de que no pueden existir voceros objetables y con antecedentes dudosos. Hay que abandonar definitivamente la tentación fácil de contratar la defensa de entidades inexistentes, los mejores académicos son los que construyen desde sus claustros y no los que sólo hacen comunicados de confrontación, de esa manera generan dudas de sus intenciones.
En definitiva, urge cambiar hacia quienes pueden demostrar una historia creíble y representativa.
Por segunda vez en 11 años, en Chubut, aparece una luz para que el desarrollo minero sea una posibilidad. Recordemos que la primera vez fue en el 2012 cuando desde el gobierno de Martín Buzzi se impulso la ley del Nuevo Marco Regulatorio, la cual se combatió desde el mismo sector minero, en conclusión, más postergación a la industria.
Ahora la política pretende debatir la zonificación minera mediante una consulta popular. Es de esperar que se acepte la instancia para que en un primer paso se logre facilitar el inicio de actividades en la Meseta Central.
Esta alternativa es el primer paso. Por eso, que sepa Yamana Gold y sus socios, que la licencia social de PAS se sustenta en las comunidades, algo que ellos no poseen aún. Por eso se debe entender que primero es lo primero, y eso se llama lograr la viabilidad de la zonificación minera de las Meseta Central.
Si se logra la consulta y la adhesión de los más, por decantación vendrán nuevos tiempos para la industria en Chubut. Para lograr este objetivo hay que cambiar métodos y posicionamientos. De lo contrario todos, absolutamente todos, terminarán con las manos vacías.
El nombramiento de Javier Touriñan significa un acercamiento de la política gubernamental a la mayor cantidad de sectores sociales y económicos de la provincia. Un “facilitador” esencial para que el acercamiento de posiciones sea una alternativa concreta.
El gobernador Mariano Arcioni no lo puso sólo por la minería. El perfil del Presidente de Petrominera se asimila al de un gran negociador de la política y esto, pos fallecimiento del ex gobernador Mario Das Neves, aparece como una posibilidad para la industria. Ahora hay un interlocutor válido para dialogar con el poder.
Es de esperar que esta coyuntura sea bien decodificada desde las empresas mineras. De lo contrario, habrán por delante, varios quinquenios de espera para la industria minera en esta jurisdicción de la Patagonia.