Escribe Maria Laura Zubigaray
Profesora en Cs. de la Educación. Magister en Gestión de las Organizaciones. Directora de Formación y Desarrollo de Personal en MR Argentina SA.
Está claro que las empresas necesitan cada vez de más conocimientos para funcionar, para estar a la altura de resolver problemas complejos y adaptarse a los nuevos retos. El avance continuo de la ciencia y la técnica, establece nuevas demandas que establecen otras habilidades, nuevos conocimientos y cualidades personales cada vez más adaptativas y resolutivas.
Las nuevas generaciones tecnológica que se incorporan en el mercado de trabajo crean también cambios en la cultura de las organizaciones, estableciendo nuevas reglas, que obliga a Supervisores y Equipos de tomas de decisiones, a una adaptación permanente para la integración de grupos de trabajo en los que se encuentran los nativos digitales, y los colegas de las generaciones anteriores, cuyos valores de compromiso y liderazgo son claramente diferentes. En esta nueva Cultura de la organización los jóvenes respetan los cargos no por jerarquías impuestas, ellos siguen, buscan y se dejan guiar por quienes poseen conocimientos, los comparten y les permiten aprender y desarrollarse. Están atentos a todos los mensajes de la organización, son expertos en analizar contradicciones y no dudan en transparentarlas y ponerlas en evidencia, sin reparos.
Quizás el elemento clave para comenzar a satisfacer todas estas demandas de las generaciones nuevas y las tradicionales, y atraer y retener a los mejores talentos sea la transparencia de los objetivos tangibles para todos, políticas internas de las compañías claras y simples, la justicia por el respeto igualitario de las normas y un sistema de valores confiable.
Las personas implican un valor fundamental para las empresas de hoy, su desarrollo, crecimiento e interés determina el éxito de las empresas en este escenario exigente. De aquí que sea clave revalorizar a las personas que en ellas transitan. Su permanencia y elección a las empresas mucho tiene que ver con las líneas de carrera, formación permanente y posibilidades de desarrollo reales.
Por tanto, las Empresas necesitan darle valor a su potencial, sus capacidades individuales y colectivas, conformando equipos talentosos, desafiantes y colaborativos.
Lo observamos a diario en el campo de la producción, ya no existen decisiones exitosas en materia de resolución de problemas complejos cuando son pensadas de forma piramidal sin tener en cuenta las múltiples visiones, entre ellas las de campo. El conocimiento de nuestros operadores y equipos cobra una relevancia fundamental en las organizaciones, por tanto, debe ser permanentemente retroalimentado para hacerlo más analítico, crítico y resolutivo.
Cuando nuestros equipos de trabajo están motivados, cuando los trabajadores sienten que se profesionalizan, trabajan de manera autónoma y segura, se potencian y crecen a nivel individual, grupal y organizacional, logrando resultados realmente sorprendentes.
Lo maravilloso del conocimiento es que cuanto más se comparte, más crece y más se legitima a nivel colectivo; solo requiere de ser acompañado por organizaciones con valores confiables, transparentes, respetuosa de los individuos y sus comunidades.
Este momento histórico que atravesamos por la Pandemia Mundial, ha dejado en claro que las empresas no pueden esperar que el talento esté disponible justo cuando las circunstancias lo requieran. A los talentos hay que ir formándolos. Y Formar implica un compromiso y una ética empresarial que va más allá de capacitar para lograr un saber hacer, es preparar al trabajador desde su integralidad, sus potencialidades e intereses para un verdadero crecimiento y desarrollo profesional, que potencie su talento, estimule la creatividad, y genere capacidad de adaptación a nuevos retos.
En este complejo mundo del trabajo, el valor del aprendizaje y el crecimiento personal se convirtieron no solo en una variable clave para el éxito de las Empresas, también una variable fundamental para la inserción de nuestros trabajadores a los demandantes mercados.
En este sentido, como trabajadores, no terminamos de adaptarnos y familiarizarnos con lo “nuevo”, que ya comenzamos a escuchar hablar de “una cuarta revolución industrial”, “tecnología 4.0”, y demás avances e innovaciones que nos obligan a reinventarnos, a actualizarnos y formarnos de manera permanente para tener herramientas que nos permitan superar nuevos desafíos.
A nivel Individual, se requiere de cada uno de nosotros un cambio de actitud y apertura, enmarcados en valores de humildad, colaboración y respeto. A nivel Empresas el reto implica aprender a darle valor al potencial Formativo de las organizaciones, entendiendo que el crecimiento empresarial, debe al mismo tiempo representar una oportunidad de crecimiento para las personas que en ella transitan.
Sin dudas es un compromiso de todos aprender para obtener mejores resultados que estimulen al bien común, la inserción social y el crecimiento personal.