ARGENTINA | 21 de Noviembre de 2024
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21 de Noviembre de 2024
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CHUBUT

La minería posible en Chubut necesitará construir lazos sociales desde la credibilidad


En Chubut, Mariano Arcioni, quiere consolidar una estrategia desde la cual confluyan todos los sectores económicos, productivos y de servicios, que enmiendan de la imprescindible necesidad de someter a profundos cambios la matriz productiva.


Estos últimos meses demostró que la cuenca hidrocarburífera, que caracterizo la riqueza de la provincia, llegó al límite de su incidencia predomínate en la provincia. Esta crisis desatada por la pandemia adelantó la toma de conciencia sobre que es, sumamente urgente, consensuar el Chubut que se avecina: sin turismo, sin regalías petroleras y sin perspectivas de exportaciones, ni productos de primera necesidad parta el mercado interno.
“La trifásica del Estado no va más” y ya no se consiguen líneas de financiamiento para sostener el gasto público.
Ante este panorama las salidas son muy escasas a corto plazo.
Por eso se plantea desde la gobernación que se deben buscar consensos que permitan viabilizar inversiones reales, movilizadoras sociales y que no exijan esfuerzos extraordinarios para las arcas del Estado provincial.
Desde esta perspectiva, los principales referentes políticos de la jurisdicción comenzaron por arremangarse los puños de las camisas y a frotar la fuente de ideas posibles.
Dentro de los primeros escritos que se obtuvieron aparecieron turismo, energía no renovable, minería y pesca. A primera vista sorprendió que el petróleo y sus derivados no aparecieran en las primeras intenciones.
Sobre este aspecto coincidieron en que dependían mucho de los precios internacionales, mientras que las otras se podían constituir en pequeños focos de inversiones potenciadas por las oportunidades que ocasiona la pandemia y las virtudes geográficas de la provincia.
Un observador regional le significaba a Prensa GeoMinera que, tras 16 años de postergaciones y negaciones, es la primera vez que los políticos y técnicos del gobierno, incluían a la minería dentro de un panorama de perspectivas viables.
El mismo profesional, que solicitó no personalizar para evitar trastornos con sus compañeros de trabajo en un ente nacional relacionado a las investigaciones científicas, resaltó que, agudos opositores de la industria extractiva, por primera vez aceptaron incluir a la minería como “una pata de sostenimiento” de la economía regional. No obstante, se aclara que “se deberán tomar resguardo y posicionamientos consensuados para que esto sea viable”.
De ser cierta y precisa estas afirmaciones el futuro de la minería en esta provincia entra en un cauce sin precedentes.
Esta es una conclusión que se fundamento desde las vertientes de cada uno de los hombres y mujeres que llegan a esta definición. Aquí no existe una decisión política inapelable de un líder indiscutido, ni el tan mentado lobby minero, inexistente por cierto.
Se abre una puerta inexistente desde el año 2003.
La historia de desencuentros entre sociedad y política se acrecentó desde el mes de marzo de 2003 cuando la minería en su conjunto fue aplastada en la consulta popular llevada a cabo en la ciudad de Esquel. En este hecho sin precedente en la Argentina por un lado se consolidó la vertiente “No a la Mina”. Y por otro lado expuso la debilidad, que aún perdura, de la inviabilidad e inexistencia del relacionamiento con la sociedad, de una industria movilizadora, lícita y transformadora.
Los errores del sector minero tuvieron un lineamiento de coherencia aferrada al fracaso. La falta de reconocimiento de los errores cometidos en Esquel siempre fue y sigue siendo, uno de los factores más pedantes de la actividad. “quien no reconoce sus errores y trata de revertir esa tendencia difícilmente encuentre el camino de la reconciliación” afirmaba hace más de una década un destacado prelado patagónico. Los sucesos de la campiña andina del oeste chubutense poseen mucho de esto.
Tan ilusos y superficiales fueron, y aun lo son, los tibios intentos de reconciliación, que hasta le cambiaron el nombre al proyecto minero “El Desquite”, bautizándolo con un nombre Mapuche como “Suyai”, que significa “esperanza”. Pensando, ingenuamente, que era un primer paso. Lo hicieron, pero no resultó abrazar un cambio.
Las empresas mineras de la zona fracasaron. Nunca fueron claras en sus intenciones. Cambiaban de procedimientos según fueran los cuestionamientos sociales. Es extensa la lista de buenas iniciativas para recomponer. Se pueden observar que se realizaron esfuerzos loables. Pero a la luz de los resultados, en nada revirtió la percepción de la comunidad.
Esquel sigue siendo una deuda para que la industria aborde y comprenda el mensaje.
Aun hoy, esta experiencia frustrante para el sector, debe una respuesta cierta para comprender el fenómeno desde una óptica social, antropológica y de la conducta de una comunidad. Saber porque dijeron que no.
Posteriormente, en el año 2012, la minería en su gran mayoría, combatió la ley de regulación que impulsara el gobernador Martín Buzzi. Un proyecto de ley que pretendía complementar las leyes existentes que condicionaban el arribo de inversiones. Aquel intento era una bisagra para revertir la historia de prohibiciones instaladas en el año 2003. Las empresas combatían la intención oficial argumentando que no querían se socios de la provincia. Sólo aniquilaron el proyecto y la historia demuestra que tras ocho años de aquella posibilidad nunca se pudo.
Ahora es una oportunidad
Todo parece tener revancha. No hay que convencer a nadie. Soplo se solicita que exista claridad en las propuestas a los efectos que la sociedad en su conjunto se informe y tome sus posicionamientos.
No se trata de estar a favor del sí o el no a la minería. Se perfilaría, por este tiempo, la oportunidad de que todos vuelquen inquietudes, dudas, conocimiento y perspectivas. Hay que establecer un punto de partida que satisfaga a los más y que las autoridades gubernamentales y legislativas definan un rumbo.
Generar un escenario donde la necesidad, esta vez, no tenga cara de hereje.
Donde la objetividad sea la clave que permita convertir en oportunidad la actual coyuntura. Pero, para que esto ocurra, es necesario despojarse de eslogan y sitios de confort, abandonar la hipocresía sectorial y pensar definitivamente en el nosotros.
En la actual situación económica, descripta al principio de este artículo, no deben aparecer salvadores ni milagros que aporten respuestas inmediatas para solucionar los problemas productivos de los chubutenses.
Se impone conformar mesas de diálogos confiables para y entre todos. La consigna no es saber de qué bando son, sino de cuan creíbles logran ser para conformar propuestas que puedan ser llevadas a la práctica. En conclusión honesta que sirva en función de todos y no de unos privilegiados.
Impedir que predomine el discurso de los extremistas que se oponen a todos y la acción de gremios que ofrecen puestos de trabajo con la camiseta de una empresa que los esponsorea.
En cambio, sí se pueden generar espacios de debate y diálogo que contribuyan a la creación de fortalezas que se sumen a la construcción de una sociedad con mayor plafón para alcanzar aportes beneficiosos y respuestas conducentes. Abandonar posiciones contestarías y apreciaciones foráneas sin haber sido solicitadas. Fundamentalmente de instituciones inexistentes y con pinta de ser simples oportunistas que cambian de instituciones y solo pregonan los mismos intereses. Sean de uno u otro bando.
Generando un estricta mirada y control del Estado. Permitiendo el arribo de inversiones reales y concretas. En un marco de leyes consensuadas que garanticen un desarrollo armónico y avalado por la mayoría de los habitantes de la provincia. Sin imposiciones ni influencias ajenas a la idiosincrasia provincial.
Este es un asunto de los chubutenses y debe ser decidido y concebido desde Chubut. Esta es una oportunidad que se les presenta, estará en los chubutenses abrazarla o no.

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