*Favio Casarin-Geólogo y Abogado
Jacques Derrida fue un filósofo francés, uno de los grandes pensadores del Siglo XX, conocido por desarrollar un análisis semiótico (ciencia derivada de la filosofía que trata de los sistemas de comunicación de las sociedades humanas), conocido como “Deconstrucción”. No confundir el término con destrucción, que se entiende como la inutilización de una cosa. Tampoco con reconstrucción, que es la reparación o volver a construir una cosa destruida o deteriorada. “Deconstrucción”, puede entenderse como “desmontar un espacio organizado, o una estructura conceptual, para que los elementos que lo constituyen encuentren una nueva forma de relacionarse”.
No es por cierto la intención de este artículo, ingresar en temas filosóficos, aún cuando resulten tan apasionantes como el mencionado. Pero si podemos extraer conceptos como el referido y ser aplicados a la problemática de la minería en Argentina, que necesita imperiosamente ingresar en la etapa de “Deconstrucción”. Veamos:
En un artículo recientemente publicado por este mismo medio me referí a los diez años perdidos por la industria minera metalífera en la década 2010/2020. Este fracaso colectivo, ocurrió no solo por la ausencia de puesta en marcha de proyectos mineros de envergadura ante la carencia de políticas mineras atractivas, sino por la imposibilidad absoluta de penetración de la industria minera en la sociedad, que se tradujo en la existencia de leyes prohibitivas a la actividad en las provincias, poniendo en evidencia la falta de planes comunicacionales efectivos, manteniendo a la industria en un grupo cerrado con discursos anquilosados, o vacíos, o poco efectivos, sin ninguna llegada.
La nueva década nos encuentra sumergidos en esta anemia minera sin vislumbrar como cerrar la grieta minería-antiminería, que se viene devorando una tras otra, todas las gestiones mineras.
Los problemas son los mismos, acentuados esta vez por una crisis socioeconómica feroz, que no permite el disimulo, ni mirar para otro lado. Las políticas y discursos fueron idénticos en estos últimos diez años, tal es así, que si bien hemos tenido gestiones de distinto color político, en materia minera, todas han sido una continuidad de la anterior, con la misma pobreza en los resultados.
El acercamiento para cerrar la grieta, está claro que lo debe realizar el sector minero, porque es el que la provocó, o fue el partícipe necesario con su inacción, o al menos fue el que cayó en la trampa, equivocando los métodos y los discursos. Los antimineros están cómodos. Ni necesitan salir a explicar ninguna posición, porque la misma minería es la que se encarga de mantener paralizado al sector, y cada tanto pone en escena algún grotesco, como el que sucedió en Mendoza a fines del 2019. O tolera sin discusión alguna, normativa que contraría la misma legislación minera y espanta los capitales. O con discursos carente de sustento y de bases sólidas. Como lo que se ha manifestado en estos días luego de la celebración del Día de la Minería: otra vez los miles de millones de dólares que van a venir sin ningún tipo de sustento o fundamentación lógica. También sobre la cantidad de proyectos que se van a tratar, ahora utilizando una terminología de “Proyecto XProyecto”, como si un juego de palabras para decir exactamente lo mismo, funcionara como un hallazgo o de atractivo novedoso para la inversión minera. Para colmo de males, se siguen utilizando términos publicitarios como “minería sustentable”, o “minería responsable”. Terminología que no ha tenido ningún tipo de éxito, ni lo puede tener, porque toda la sustantivación y adjetivación agregada, además de ser intrínseca a la propia actividad, y repetitiva, da lugar a interpretar de que existe una minería ilegal, o no sustentable con el ambiente.
Está claro que el que tiene que cambiar es el sector minero. Sin ese supuesto, es imposible que la minería se desarrolle de acuerdo a su potencial, y seguiremos perdiendo años, que los nuevos actores de turno intentarán disfrazar cada vez con menos éxito. La minería no puede seguir así.
Desde el paradigma anterior tenemos que lanzarnos a la “Deconstrucción” con todos los demás sectores industriales, políticos y sociales, incluyendo a los hoyantimineros. No todo se hizo mal, ni está mal hecho. Hay algunos pocos proyectos en marcha, la geología nos ayuda y se cuenta con un potencial de técnicos preparados. No es necesario destruir, para empezar de nuevo. Lo que si tenemos es un edificio mal diseñado y mal construido. Resulta imperioso y necesario reacomodar los ladrillos, sin que el edificio se caiga. Encontrar nuevas formas de relacionarse, tender nuevos conductos y armar bases sólidas. Reconstruir transformando. Esto es la “Deconstrucción”.
No es, ni será tarea fácil, y requiere valentía. Transformar malas prácticas, formas y lenguajes en un nuevo espacio requiere socavar varias décadas de errores y prácticamente con los mismos malos constructores. Intentaré con algunos pocos ejemplos extraídos de la experiencia histórica y del presente, ejemplificar el proceso. Teniendo en cuenta que hay más, muchos más, pero la tiranía del espacio de un artículo periodístico me impide explayarme:
Tendremos que reconocer y de cara ante la sociedad, errores y también mala praxis que en algunos casos la industria ha tenido, y tiene. No es nada tan tremendo, porque en todas las ciencias, profesiones o industrias existen, sobre todo en las extractivas. Todos podemos dar cuentas de ejercicios ilegales de la medicina, de la abogacía, de impactos y contaminaciones de la industria petrolera, nuclear, construcción, etc. Negar que esto ha sucedido en la minería, de que existe el riesgo de que se repitan, y peor, esconderlos y tergiversarlos como se hizo en algunas oportunidades, ha quitado credibilidad al sector.
Humildad, es otro concepto ausente en la industria. Tiene que ver con los grandes enunciados nunca cumplidos sobre inversiones multimillonarias. Sobre que la industria minera será la salvadora del empleo y de las economías provinciales. Nada de esto es cierto, la minería si puede ser una fuente de trabajo bien remunerado para un escaso sector de la población, pero no es la solución al desempleo crónico. Un proyecto minero puede generar un ligero derrame sobre otras industrias, proveedores y actividades conexas, pero nunca será la salvación económica de una región o de una provincia.
La soberbia. La minería no es más que ninguna otra industria, ni es la más importante, aunque comúnmente la reconozcamos como “la madre de todas las demás”. Otro concepto ya desahuciado e ineficiente es sobre los usos de la minería, por ejemplo: “sabés cuantos minerales tiene un celular?”; “sin minería no podrías estar usando la computadora, ni la medicina podría curar el cáncer, ni podrías trasladarte en automóvil”. Todos saben esto, los antimineros hasta lo conocen más que los propios mineros, y tampoco lo niegan. ¿Para qué seguir repitiendo estas frases buscando herir susceptibilidades?.No tratemos a la gente como tonta. Un slogan puede tener un efecto positivo, pero repetirlo continuamente es unaherramienta que termina por volverse irritativa y en contra del emisor.
Replantear la relación con la gente. La gente son los usuarios y socios de la industria. Nada menos que los socios que se necesitan y que tienen la licencia social para ser una de las puertas de la salida del ostracismo que el país necesita. Tenemos que construir relaciones horizontales y no desde arriba o con la subestimación. Es imprescindible con estas bases, sentarnos a conversar y a debatir. No a enseñar.
Lo peor que ha sucedido es pensar que la existencia de un proyecto minero con gran potencial y sin aceptación por la sociedad, sería purgado con el paso del tiempo, y acciones lobbysticas mediante, darían la llave de la licencia social. Craso error, y por suerte, la licencia social, no está en manos de la política, ni de los empresarios, y mucho menos de los vendedores de influencias. Algunos nunca aprenden la historia, porque no les interesa. Otros la aprenden, pero nunca se esfuerzan en mejorarla. Y existen algunos pocos, que además de mejorarla intentan cambiarla, utilizando nuevos métodos y desechando los que han fracasado. La industria minera, hace tiempo que espera por esto último. Es hora de cambiar, de comenzar con la “Deconstrucción de la Minería”.