Cabe destacar que la provincia de Neuquén es propietaria del proyecto por medio de su empresa estatal CORMINE Corporación Minera del Neuquén que preside Martin Irigoyen, quien bajo su titularidad como funcionario, ya posee amplia experiencia de este yacimiento problemático.
Ya es un clásico que el yacimiento minero Andacollo de la provincia de Neuquén sea una pésima noticia para toda la industria minera.
No es cuestión de nombres ni de situaciones coyunturales. En medio de la pandemia por el coronavirus, reaparece esta enfermedad cíclica que genera vergüenza ajena en esta provincia Patagónica.
El Proyecto Minero Andacollo, administrado por la empresa Trident Southern Explorations posee deudas que superan los 24 millones de pesos con retrasos de entre dos y seis meses con 35 proveedores de las localidades de Andacollo, Huinganco, Chos Malal, Las Ovejas y Buta Ranquil por servicios de lavandería, viandas, alquiler de camionetas, alojamientos, materiales y mercadería. A lo que se le suman los sueldos adeudados a 150 trabajadores.
Cabe destacar que la provincia de Neuquén es propietaria del proyecto por medio de su empresa estatal CORMINE Corporación Minera del Neuquén que preside Martin Irigoyen, quien bajo su titularidad como funcionario, ya posee amplia experiencia de este yacimiento problemático.
Cada dos años el desmadejo y los desaguisados vuelven a golpear a los trabajadores que no perciben sueldos caídos, a proveedores que no cobrar y a una débil credibilidad, que se le otorga a esta actividad, por situaciones como la que padece hoy este yacimiento.
La historia nos recuerda que siempre los empresarios huyen, el Estado provincial (dueño de los desechos minería) aparece, empolva la situación y promueven la llegada de supuestos “salvadores”, quienes anuncian inversiones que no se efectúan y… vuelve la rueda cíclica a demostrar la crudeza que genera una irresponsabilidad infinita.
Lo que perdura en el relato son la falta de pago de sueldos, deudas infinitas a proveedores, impuestos impagos e inexistentes referentes qué, como obra de magia, desaparecen o se evaporan
Hasta ahora, nunca se supo de castigos y consecuencias para los estafadores morales que solo ocasionan daño. Pero a tener en cuenta que alguna ventaja sacan de este emprendimiento de oro que nunca acaba, ahí el misterio y el secreto de no saber qué.
Es sin lugar a dudas una vergüenza sistemática.
Aparecen en escena nuevos nombres que arriban como salvadores y a los pocos meses, nada como resultado. Siempre aparece un nuevo “empresariado” para hacer zafar la coyuntura. Nadie arrima soluciones de fondo, si es que las hay.
Tampoco el conjunto del sector opina al respecto. Existe cierto silencio cómplice que no juzga esta constante aparición de empresas “poco serias y flojita de papeles” que poco favor le hacen a una alicaída imagen de este segmento de una industria cuestionada y poco creíble.
Persisten en esta dilatada historia de frustraciones algunas constantes que son una fija: un gobierno provincial inepto, una torpeza e inoperancia de funcionarios que son amantes funcionales a emparchar esta crisis perdurable. También coincide nuevamente la presencia de asesores de presencia intermitente en las estructuras oficiales de la minería nacional que provienen de Buenos Aires, acercando “nombres” que volvieron a fallar. Todo conforma una parte de este pésimo negocio que provoca una reiterada crisis social, que por cierto cada vez es más grave.
Como fin del relato la misma foto se edita periódicamente: gente afectada cortando la ruta, buscando respuestas y luchando por la dignidad de un trabajo real y que no les roben el sueño de permanecer en sus pueblos percibiendo salarios por su esfuerzo. Pequeños comerciantes afectados y una extensa gama de detractores de la industria que se regocijan alimentando el pensamiento en una sociedad que se pregunta si, estos tipos venidos a empresarios mineros e inversores, son quienes pretenden convencerlos que son la alternativa para un nuevo paradigma.
Agustín Cantú. Desde Río Negro, Especial para Prensa GeoMinera