El Dr. Horacio Jouia, secretario ejecutivo de COFEMIN, opina sobre los sucesos de Mendoza en torno a la minería.
El voto en el Parlamento Mendocino de una ley, que permitiría promover inversiones para desarrollar minería metalífera, con aplicación eventual de cianuro en los procesos de beneficio y su promulgación por el Poder Ejecutivo Provincial, se parece en la analogía que nos proponemos, al cruce del Rubicón, aquel pequeño y serpenteante río, que tras vadearlo generó, dicen, en Julio Cesar la famosa frase de nuestro inicio.
Aquel riacho meandroso y escueto, de fácil sobrepaso, marcaba el límite del poder del Gobernador de las Galias, éste no podía adentrarse en Italia -salvo ilegalmente- con sus ejércitos en armas.
Quizá la democracia de Mendoza, que reconozco y aplaudo, en ejercicio normal del poder concedido en las urnas, cruzó con esta norma su propio Rubicón, al mismo tiempo que ellos, siento que lo hemos cruzado todos.
Con mayoría electoral, mayoría en las Cámaras, impulso y voluntad del Ejecutivo Provincial y Nacional electos hacía poco menos de un mes, suma de diversos partidos, se sancionó una norma, que no traía inversiones ni las aseguraba, las promovía, las esperaba, de venir alguna inversión la controlaría con todas sus instituciones serias y respetables.
No bastó, los autores e impulsores, los que la votaron y promovieron, tras vadear el Rubicón, percibieron que no podían, no tenían, no teníamos, fuerza, poder o legitimidad cívica para imponer esta visión, de minería sustentable, deseable con las herramientas de descrédito que poseíamos a ese momento.
La mayoría democrática, institucionalmente expresada y con arreglo a todas las normas y cómputos electorales logró sancionar y promulgar la norma, esta misma mayoría y especialmente el Poder Ejecutivo Provincial, cuando percibieron que debían imponerla cívicamente, sintieron haber cruzado en armas el Rubicón.
La norma legítima de origen se tornaría ilegítima de tener que aplicarse coercitivamente, por no respetar los disensos minoritarios. Hoy que las minorías son respetadas y cuidadas con todas las sinergias y diferenciaciones proactivas, vimos que una ley puede nacer legítimamente en las mayorías institucionales y morir por la también legítima repulsa minoritaria.
No sé a ustedes pero a mí, me va mejor con el plural que con singular, cuando de la experiencia de Mendoza hablamos, digo, pues todos creímos legítimo y esperanzador, que la mayoría institucionalizada sancione una ley que esperábamos y deseábamos, como aquella que ampliaría los límites territoriales de la minería federal y luego nacional.
Mendoza no es el Rubicón.
Mendoza es una lección de democracia, es la señal de la necesidad de nuevos caminos.
Mendoza mostró, que no es lo mismo mayoría que consenso.
La reacción imperativa de aquellas minorías a las que deberíamos “doblegar cívicamente” para aplicar la nueva ley, jaqueó fatalmente la posibilidad de tener una ley y aplicarla pese a todo, sea para minería o para bellas artes.
La reacción inmediata de la mayoría institucional y democrática, representada por el Señor Gobernador Rodolfo Suarez, sobria y sincera, dolorosa y reflexiva, ha sido lo mejor que podría pasarnos, es sano y positivo que las mayorías fijen las normas y las sancionen, no lo es tanto si estas mismas razones deben ser impuestas y aplicadas con rigor cívico a quienes a ella se oponen, al menos debemos reflexionar sobre esto.
Mendoza mostró algunas cosas claramente, 1) El consenso social para el desarrollo económico que incluya minería extractiva (no hay ningún otro tipo de minería) no incluye la coerción social o institucional para concretarlo; 2) “La licencia social o permiso social regional o local”, ha sido superado por la exigencia de consenso del colectivo social, federalismo ambiental y de concertación; 3) Volver a debatir y reconocer que las mayorías institucionales no bastan para domeñar el disenso remanente, es avanzar y generar nuevos espacios democráticos y sociales; 4) La expresión Provincia + Nación, en términos Políticos e Institucionales no ha sido suficiente para contener y conducir el desarrollo económico y productivo de la Provincia de Mendoza.
Preguntémonos: ¿Mudó el paradigma de la construcción colectiva? ¿Eso pasó en Mendoza? ¿Debemos aprender que no es lo mismo permiso que consenso? ¿Mayoría, significa: lo hago de todos modos?
¡Ya no! Ahora debemos hacerlo del modo correcto, del mejor modo, de un solo modo: consensual.
Tras el éxito institucional de sancionar la ley vino su la derogación, aun entendiendo esto como “la salvaguarda extrema de la democracia”, que no es otra cosa que diferir decisiones para militar por el convencimiento y el consenso, en lugar de acelerar los tiempos y domesticar las disidencias.
Reconozco que el aporte binario de la grieta, en sus diversas manifestaciones, quita a la democracia y a las gentes la existencia de los grises, los tonos pastel y los matices, pero aun así la lección fue dada y deberíamos tratar de aprovecharla. Pocas veces las sociedades articulan tan maduramente su propio crecimiento, pocas veces las sociedades, se admiten diferentes y las mayorías se auto limitan con tanta prudencia y conciencia.
Seguiré en plural, no para imponerlo a quienes en singular piensan distinto, sino para procurar tomar la clase que nos dimos como sociedad y aprovecharla entre todos.
¿Cambió el paradigma?
¿El consumidor es irresponsable cuando consume y se convierte en un responsable ambiental exigente, cuando controla a quién produce lo que demanda?
¿La demanda que condena a la oferta que le provee lo que pide y paga es demanda informada, es demanda pertinente?
¿La oferta de bienes y servicios originados total o parcialmente en la minería, sin aportes informativos claros es pertinente?
¿El consumidor sabe cuánto SODIO tiene la galleta o el agua que consume y no sabe que su inodoro es mineral puro?
¿Falla la oferta, falla la demanda, fallan ambas?
¿El consumidor de bienes o servicios basados en producción minera, es un consumidor responsablemente informado?
¿Es una demanda pertinente que se extraiga hoy lo que podría no extraerse y dejarse para generaciones venideras?
¿Es impertinente la demanda o es impertinente la oferta de minería (que siempre es y será extractiva) para consumo personal, doméstico, profesional, industrial, agronómico, pacífico, sanitario o poético?
¿Es pertinente la oferta de minerales y metales, necesarios o suntuarios a quienes quieren adquirir metal o mineral y fulminar al que los extrae por delitos ambientales?
Tener licencia o permiso social para extraer el mineral o los metales, concedido u otorgado por el área de producción, no es suficiente, aquel hallazgo de finales de los 90, ya no alcanza, tampoco alcanzan los consentimientos “informados”, tampoco serán suficientes las audiencias públicas “no vinculantes”.
Consenso social es imprescindible, aún con el permiso de los habitantes del área, el consumidor distante, más no ajeno, no nos cede el permiso y nos muestra su disenso.
Esto es lo visto en Mendoza y la zonificación propuesta para Chubut, pareciera ser una segmentación territorial para tener un permiso regional o local, que quizá no logre evitar una repulsa cívica que vuelva a decirnos, no alcanza con juntar votos en las Cámaras o que el Poder Ejecutivo lo aliente, hará falta consenso real y eficiente.
No debemos hacer más minería… ¡basta!
Debemos generar consenso, cambiar del paradigma de la licencia social al de consenso productivo.
No debemos repetirnos, aprendamos de Mendoza, no hagamos minería, nada de pro o anti minero, hagamos consenso y formación, aprendizaje y docencia simultáneos.
Cubramos la demanda de bienes y servicios basados en la minería de información de consumo, no de información minera.
Digamos no hacemos ni haremos minería en Glaciares, no vamos hacia una minería sustentable, somos sustentables, lo que no es sustentable, no es minería, la sociedad solo quiere producciones sustentables, ambientalmente amigables, no quiere promesas de mejor producción, quiere mejor producción ahora.
Un proyecto aprobado de inversión es valiosísimo, pero aparecerá como una política de corto plazo, si no está integrado al modelo productivo que el país, la provincia y las comunidades locales consensuan y promueven.
Vayamos al PDAC 2020, o a China Mining 2020, llevando cientos -mejor miles- de Consensos Productivos de Base, labrados en el seno de nuestras comunidades, en las escuelas, en los barrios, en lo urbano, lo rural, en la Puna, en la Cordillera y en la Meseta.
Hagamos Minería a largo plazo y para siempre, la minería no debe buscar un “permiso” debe ganarse el consenso y el impulso social productivo sustentable.
Acordemos socialmente lo que queremos y lo que no, hagamos consenso, consensuemos la minería que haremos y busquemos un Acuerdo Federal Productivo Sustentable e Inclusivo que recoja miles y miles de acuerdos locales, regionales y federales, que vertebre, integre y exprese a los consumidores responsables y los productores responsables.
Trabajemos a largo y mediano plazo, el consenso demanda esfuerzo y tiempo, devuelve fortaleza y convicción, nada de oferta o demanda, gente acordando con gente, así nos volveremos creíbles, pues nos habremos construido entre todos y con los límites que todos aceptemos.
Hagamos consenso, aceptemos límites económicos, rentísticos, geográficos ambientales, profundicemos nuestras responsabilidades sociales, sumemos y resignemos, avancemos generando las condiciones que realmente hagan posible y viable una nueva minería consensuada.
Insisto, aprendamos la lección mendocina:
Hagamos consenso, hagamos minería!
Dr. Horacio Y. Jouliá