ARGENTINA | 05 de Diciembre de 2024
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05 de Diciembre de 2024
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BUENOS AIRES

Año electoral: El desafío de promover el desarrollo energético - minero y cuidar el medio ambiente

Por Guillermo Saldomando (*)

Desde los orígenes de los sistemas políticos modernos tratar de conjugar los derechos individuales con los colectivos ha sido una tarea sumamente compleja y muchas veces cuestionada por los extremos ideológicos.

Lo mismo sucede cuando hablamos del cuidado del medio ambiente y la explotación minera. Ambas realidades son necesarias e imprescindibles para la subsistencia del ser humano en el planeta, sin embargo, sectores fundamentalistas consideran un oxímoron que se pueda desarrollar una minería que no pierda de vista la sustentabilidad de nuestro único hogar.

A partir de que los homínidos transitamos por el mundo y dominamos el fuego, toda actividad genera cierto impacto ambiental o transforma, aunque sea en forma mínima el entorno, pero basta observar a nuestro derredor para advertir que todo lo que nos rodea tiene algún componente extraído de la minería. Por lo tanto, cuestionar y oponerse a la minería en forma dogmática sería estar a favor de que nuestro futuro sea el de las épocas de las cavernas; lo que no quiere decir que la minería tenga un cheque en blanco para destruir y arrasar con gran parte de lo que nos ha brindado la naturaleza.

En el presente asistimos a una era signada por el calentamiento global, donde el exceso de emisión de gases de efecto invernadero han incrementado la temperatura del globo en forma muy peligrosa hasta la frontera del no retorno y la utilización progresiva de los combustibles fósiles sumada a la deforestación y a la huella ambiental de todas las actividades humanas ha disparado una alerta insoslayable que es imposible ignorar.

En este escenario, desde hace unos años comenzaron a desarrollarse alternativas energéticas más amigables con el planeta: las llamadas energías limpias, que, a partir de la radiación solar, los efectos del viento, la dinámica de las mareas o la fuerza del agua, logran generar energía sin recurrir a los hidrocarburos. También en el siglo XX se potenció la utilización de energía nuclear que si bien algunos consideran como limpia, no tienen en cuenta la gran huella de impacto ambiental previo a la puesta en funcionamiento de un reactor, ni tampoco la perennidad y el riesgo que representan sus residuos radiactivos.

Al mismo tiempo, la sociedad moderna, para abastecer sus patrones de consumo, requirió cada vez más insumos minerales que portan en general la mayoría de los elementos tecnológicos que utilizamos a diario y sostiene nuestra calidad de vida. Sin minería no habría celulares, televisores, autos, aviones, sólo por citar ejemplos; se paralizaría la construcción, se perderían millones de puestos de trabajo y sería el final de la civilización humana como la conocemos.

Ahora bien, esto no significa que la minería deba explotar a cualquier costo los recursos naturales, sino que esa extracción debe hacerse en forma estratégica y cuidando lo máximo posible, la sustentabilidad de su entorno. La producción minera debe ser quirúrgica a la hora de extraer los minerales imprescindibles para las diferentes industrias y sus protocolos deben extremar los recaudos para no dañar en forma irrecuperable el medio ambiente

Este es uno de los desafíos que deberán enfrentar cualquiera de las coaliciones electorales que resulten triunfantes en las elecciones generales de este año, ya que los candidatos plantean la necesidad de potenciar el desarrollo productivo argentino a partir de impulsar la extracción de combustibles fósiles con el yacimiento de Vaca Muerta y potenciar en forma significativa la producción minera, como es el caso, por ejemplo, del litio. Este menú, sumado al conglomerado agroindustrial presenta un atractivo diferencial para el desarrollo económico del país.

Como parte de ese deseado equilibro, se encuentra la expansión de la generación de energías renovables que a partir de la Ley 26.190 de Fomento Nacional sancionada en 2006 ha experimentado un lento pero interesante crecimiento que permite una mayor diversificación de la matriz energética de la Argentina, con un protagonismo, dentro de ese espectro, de la energía eólica, aunque el 62 por ciento de ella continúa siendo aportada por combustibles fósiles (gas y petróleo).

En lo que respecta al debate acerca de si es posible una minería con características sustentables, se puede recordar que en 2018 la Argentina se unió al programa “Hacia una minería sustentable”, creado por la Asociación Minera de Canadá. Este consta de algunos principios fundamentales como la inclusión de comunidades, el impulso de prácticas ambientales y el compromiso con la salud de los empleados. Entre los aspectos a los que adhiere la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM) se encuentra el objetivo de asegurar operaciones responsables en sus instalaciones para el proteger la seguridad, la biodiversidad y el ambiente y el compromiso de mejorar la eficiencia energética, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mediante sistemas de gestión, reportes y objetivos de rendimiento, no sólo ayudando a las operaciones, sino también reduciendo costos operativos.

En este juego ocupan un rol preponderante los gobiernos provinciales, porque a partir de la reforma constitucional de 1994, los recursos naturales del subsuelo corresponden a los estados provinciales por lo que llevar a cabo una política nacional sobre estas cuestiones incorpora una seria dificultad adicional. En muchas oportunidades, las necesidades urgentes de los gobernantes de turno eclipsan los intereses a mediano y largo plazo de las comunidades. Al inconveniente de jurisdicciones se le suma las exiguas penas y multas para quienes llevaran a cabo acciones contaminantes del medio ambiente. Por eso sería necesaria una nueva mirada que calificara con delitos penales a los daños ambientales de gran magnitud.

En la presente carrera electoral, tanto oficialistas como opositores plantean la importancia de yacimientos como el de Vaca Muerta, sostienen que la minería será fundamental en los próximos años y afirman promover las energías renovables, ahora bien, para que todo eso funcione en un círculo virtuoso, deben darse políticas sostenibles, duraderas y un marco favorable para su desarrollo.

La Argentina está dentro de los treinta países que más contaminan en el planeta, por supuesto su porcentaje aparece como insignificante si lo comparamos con los números de China, Estados Unidos o la India, grandes contaminadores del planeta; no obstante, hay mucho por hacer en estas latitudes, porque por un lado no podemos resignar como país nuestro potencial de desarrollo y no utilizar los recursos que poseemos, sobre todo en un escenario mundial que reclama alimentos y energía, pero tampoco podemos hacerlo sin planificación y sin control, a expensas de hipotecar, definitivamente, el futuro de las nuevas generaciones.

(*) Periodista. Licenciado en Comunicación Social. Experto en Comunicación en Crisis

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