ARGENTINA | 05 de Diciembre de 2024
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05 de Diciembre de 2024
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BUENOS AIRES

La nueva opinión pública

La democracia es el gobierno de la opinión pública. Es un concepto en constante evolución, desde el discurso de Pericles en la guerra del Peloponeso hasta el de Lincoln en Gettysburg (el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo).

La gran novedad, que lo ha transformado profundamente, es la tecnología. Al menos en su formación: la noticia del hecho social es inmediata, como también la reacción de la gente que la forma y expresa. Es un giro copernicano, que conmueve las raíces del sistema: un influencer evidencia con un teléfono la inoperancia de la burocracia “política”; un futbolista explica con candor contundente el absurdo del impuesto a la riqueza. Una nueva generación se abre paso, y no se conforma con un relato osificado en su vieja expresión: derechos humanos, medio ambiente, género. Los populismos autoritarios vernáculos lo están padeciendo más que nadie.

Desde su revolución conservadora no comprenden que lo que creían su público, le de la espalda. Ni “platita en los bolsillos”, ni expresiones sexuales chabacanas de campaña de una candidata. Hay una brecha, entre el relato político gastado y una generación subestimada, que perfila su protagonismo. El problema se generaliza a todos los temas que importan.

La repudiable invasión iniciada por la Federación Rusa a la República de Ucrania lo deja en claro. Un presidente que vive en las astucias del viejo siglo XX, que actúa en el universo viejo del territorio, desafiando el orden internacional de la segunda guerra y sus normas, que por cierto lo ponen ya en el banquillo de los criminales de guerra. Otro que actúa en el siglo XXI, con discursos en las redes al pueblo ruso, hablando (en ruso) de paz y comprensión; que viraliza en las redes su coraje de resistencia en las calles de su país y se niega a abandonarlo. Y logra, desde su discurso, manifestaciones unánimes de apoyo a la concordia en el mundo entero.

Este es el dato que muchos están pasando por alto. Se concentran en la historia de ambos países, en Crimea, en la OTAN, hasta en Taiwan. Lo que no ven es lo que el presidente ucraniano vio muy claro: hay una transformación estructural de la opinión pública internacional; que vive en el metaverso y no en el universo, en un plano virtual más que en el plano físico del territorio y de los tanques. La gran novedad de esta triste guerra y el rayo de esperanza, porque se proyecta como la causa de la implosión de las autocracias. El gobierno de nuestro país, para variar, sin norte. Siempre del lado equivocado, con palabras que ocultan el pensamiento.

Cada vez más lejos de la opinión pública, la diosa invisible de la legitimidad democrática. Inmerso en el viejo universo, acelera las contradicciones que lo dejan desnudo. Fue el medio ambiente con Corrientes, ahora los derechos humanos: siguen con la mirada torva en los 70 del siglo pasado, mientras aplauden los abusos de un tirano en el siglo XXI.

S.F.

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